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Tartaletas de Lima&Limón con limón confitado {sin merengue...}

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Mi madre me sobrevalora. Para ella yo valgo mucho y todo lo hago bien. Por supuesto esto no siempre fue así. Antes de tener 30 años no le gustaba mi ropa, ni mi pelo, ni la frecuencia de mis salidas de casa, ni mis Héroes del Silencio… Pero ahora ya valgo mucho. No sé cuánto, no concreta nunca más allá de “un Potosí”, pero vamos, mucho. Pues bien mamá, desengáñate porque esta hija tuya es NEGADA ABSOLUTA para dos cosas: jugar a deportes de equipo y hacer merengue.
Y cuando digo negada absoluta no estoy siendo modesta. Estoy siendo realista. Mi madre hizo un gran trabajo criticando esas camisetas con ombligo al aire ( crop-top  en idioma del s.XXI) que yo me ponía en mis tiempos mozos y me convirtió en una persona con un sentido estético algo más decente, pero lo de los deportes no hubo por dónde cogerlo. A los 15 años me apunté al equipo de balonmano del colegio. Ni siquiera Íker Jiménez podría desentrañar los motivos que me llevaron a hacer tal cosa. Si os digo que no me importó nada estar en el banquillo temporada tras temporada y que para mí el castigo era jugar os hacéis una idea de mi espírtu deportista y de competición. Aún así os daré sólo un dato más: en la foto de equipo, con la ropa de balonmano puesta, lo que me preocupó más fue salir desfavorecida, por lo cual posé con la equipación Y CON LAS HOMBRERAS PUESTAS. Con un par (de hombreras).

Una vez confesada mi primera ineptutud máxima vamos a la segunda. El merengue.
Este mes, participando de nuevo en uno de mis retos favoritos, el Asaltablogs, me llevé una grata sorpresa al descubrir que tendríamos que asaltar a un blog que me resulta especialmente simpático. Si no habéis pasado nunca por El Mito del Sofrito os aconsejo encarecidamente que lo hagáis. Está lleno de tesoros, y no hablo sólo de sus recetas sino de las personas que hay detrás. Son divertidas, estupendas cocineras, didácticas a tope cuando explican las recetas, y con una chispa y un encanto que pude descubrir personalmente en una de ellas (besitos Marisa!) a la que conocí en un encuentro de  Asaltabloggers  en Granada del cual os hablaré en otro post porque dio mucho de sí.
Pues  venga , me dije, voy a ponerme un reto a la altura de El Mito del Sofrito y aprovechando que tiene una receta que me produce un miedo escénico fatal me propuse hacer una versión de su Tarta de Limón y Merengue suizo, porque esta vez sí, esta vez le pongo el merengue y además con un par, se lo voy a poner suizo. Vamos, que me vine arriba. Me propuse hacer mi propio Lemon&Lime Meringue Pie. Y eso acabó en el gran asalto a la caja de huevos. Como habrés visto por las fotos, del merengue no hay ni rastro, y eso después de 9 claras de huevo empleadas en 3 intentos merenguiles distintos.(¿Iker Jiménez?)
En vista del desastre tuve que improvisar una salida digna. Y confité unas rodajas de limón (que se quedaron de color naranja por cierto) que salieron muy ricas la verdad, y son también un rato aparentes, pero que, como su creadora la que aquí escribe, nunca dejarán de tener espíritu de suplentes de banquillo.
Así que hoy os voy a dejar esta adaptación de la receta del Mito para la que aproveché una masa de pie que tenía hecha y cambié un par de limones por limas, bueno, y sin merengue… Si queréis Lemon Pie del bueno de verdad, id a su receta. Lo que sí voy a hacer esta vez es pediros ayuda, lectores míos. ¡Por vuestras cajas de huevos dadme soluciones! Quiero hacer merengue suizo con la TMX, pero cuando le echo el hilo de almíbar caliente para que sea suizo (a falta de cuenta bancaria yo también quiero algo suizo), se supone que debo dejarlo batiendo hasta que la mezcla va perdiendo temperatura y se enfría. Pero lejos de enfriarse, la TMX, de tanta vuelta a la mariposa, lo que hace es subirme la temperatura de la mezcla cada vez más! Y acabo con una sopa blanca que pierde volumen y que no sé si usar para rellenar un bote de Nivea y regalárselo a alguien por el día de los inocentes…

Ingredientes
  • Una masa de Pie como las que salen de ESTA receta o de ESTA OTRA, o de ESTA otra
  • 3 yemas de huevo
  • 100 gr. de azúcar
  • 3 cucharadas de Maizena
  • la ralladura de la piel de 1 lima y de 1 limón
  • el zumo de 2 limas y de 2 limones
  • Un chorrito de aceite de oliva
  • Para el limón confitado:
  • Otro limón cortado en rodajas finas
  • Una ensaladera llena de agua fría con hielos
  • 150 grs de azúcar
  • 150 grs de agua

    Preparación
    1. Hacemos la masa de Pie como se indica en las recetas. La estiramos y forramos con ella los moldecitos de tartaleta. O si lo preferimos un molde grande.
    2. En horno precalentado a 180º las horneamos en blanco, esto es, sin ponerles relleno, simplemente colocándoles encima un papel de horno con unas legumbres para evitar que se deformen. Las dejamos unos 20 min. Les quitamos las legumbres y horneamos 15 min más. Tienen que quedar hechas y doraditas. En mi horno estos son los tiempos que he necesitado. Las dejamos enfriar.
    3. Preparamos la crema de lima&limón y para ello trituramos en la tmx 15 seg a velocidad progresiva 5-10 el azúcar con la ralladura de limón y lima.
    4. Ponemos al fuego las yemas, el azúcar que hemos hecho glas, el zumo de limón&lima y la maizena y movemos constantemente con las varillas manuales hasta que empiece a espesar. Y lo dejamos un minuto más pero ya está. No nos pasamos porque a medida que se enfríe espesará más.
    5.  Fuera del fuego ya le añadimos el chorrito de aceite de oliva virgen extra que le da un aroma muy rico combinado con el  el limón y lo mezclamos bien.
    6. Rellenamos las tartaletas y dejamos que la crema cuaje al menos unas tres horas.
    7. Hacemos el limón confitado para lo cual sólo necesitamos cortar un limón bien limpio en rodajas muy finas. 
    8. Ponemos agua a hervir y metemos las rodajas de limón en el agua hirviendo como un minuto, para que se ablanden un poquito, y las sacamos al agua helada.
    9. Dejamos en el cazo los 15 grs de agua y los de azúcar a fuego medio sin remover hasta que veamos que el azúcar se ha disuelto. Entonces echamos en ese almíbar las rodajas de limón que teníamos en el agua helada y las dejamos a fuego medio-bajo hasta que se pongan translúcidas. Yo las tuve una media hora. Hay que vigilar bien porque si el azúcar empieza a tomar color, las rodajas también lo cogerán y se ponen más oscuras que es lo que me pasó a mí, por eso están anaranjadas. Cuando lo vuelva a hacer las sacaré antes para que estén más amarillas y tengan menos color de caramelo.
    10. Sacarlas y dejarlas secar encima de un papel de horno. Es buena idea pintar un poco el papel de horno con aceite de oliva para que no se peguen. 
    11. Adornamos las tartaletas con las rodajas de limón confitadas y espolvoreamos con azúcar glas si queremos.
    Cosas a tener en cuenta:
    - Tanto la masa de pie como el limón confitado se pueden preparar con antelación.
    Sí amigos, aquí estoy, con mis hombreras. Hombreras Adidas. Impossible is nothing... nothing but meringue.




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    Bloody Sugar cookies {Jason viene a cenar}

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    A veces tengo curiosidad por saber cómo copian en los exámenes los chavales de hoy en día. El mundo del smartphone  tiene que dar para chuletas 2.0 de lo más inverosímil. En mi época yo croe que lo más sofisticado era el boli  bic. Aún así yo, que también he copiado si me ha hecho falta y la ocasión se ha presentado propicia, me limitaba siempre a echar un vistacillo por encima del hombro del que se sentaba delante, o preguntaba/respondía en susurros, lo que se conocía como  soplar . Ambos métodos contaban con la ventaja de que podían disimularse e incluso llegar a negarse (¿yo? ¡pero  si  yo  no  estaba  hablando!  -->  es  que  me  tiene  manía ). En cambio, si te pillaban con una chuleta o con el libro abierto encima del regazo, no había quien te salvara, ni del suspenso, ni del collejón de mi padre.
    El método del boli  bic siempre me gustó mucho. Incluso llegué a confeccionar uno que nunca me atreví a utilizar por la parálisis que me producía el miedo a que me pillaran. Consistía en, con un alfiler o la punta de un compás, escribir rayando en un boli  bic cristal. Me dibujé todas las moléculas posibles para un examen de ciencias naturales de lo que entonces era 3º de BUP.
    El truco era que a simple vista el boli era más inocente que un bebé, pero al cogerlo simulando que escribías, sólo había que girarlo adecuadamente para que la luz incidiera en las facetas del boli y dejara al descubierto todo lo que allí hubiera escrito. Era como dios revelándote un secreto. Lo mejor de todo era que el ejercicio de síntesis que requería meter en un  bic todo un temario era tal, que no había mejor método de estudio. Para cuando terminabas con la técnica de grabado, ya no te hacía falta la chuleta.
    Pero hoy me voy a desquitar y voy a copiar y a dejar pruebas. Esta idea la vi en internet en el blog Annie´s eats y supe que tenía que prepararla y tenerla en el mío. No es para nada original mía pero me pareció tan divertida y tan bien traída que la preparé la semana pasada para ver cómo quedaba. Es un dulce de Halloween de los que proliferan tanto ahora por la red que encontré un poco diferente. Las musas que despertó en mí la idea de Annie's eats se animaron más de la cuenta y estuve a punto de hacer la versión de las galletas en forma de muñequito un poquitito descuartizado, pero finalmente me pareció un poco   too  much  de mal gusto. No obstante, os dejo la sugerencia por si a la audiencia de vuestras galletas le va el sugar-gore. La mía es que son mis enanas y la sangre de mentira ha hecho gracia pero a más ya no me atrevo.
    De la fuente de inspiración he tomado la idea, porque la receta de galletas tengo la mía infalible. Una amiga me recomendó esta receta de Cosicas dulces y alguna salada que es buenísima y me quedo ya como receta de cabecera para sugar cookies, decoradas o sin decorar, porque así solas recién salidas del horno están buenísimas. De hecho, y como yo siempre lo cuento todo, os diré que una vez decoradas con la glasa, para mí tienen demasiada azúcar. Por eso para una ocasión especial nos podemos permitir el pico de diabetes, pero para mi gusto, sin glasa están mejor.

    Ingredientes(de las galletas)
    • 150 grs de azúcar glas
    • 225 grs de mantequilla a temperatura ambiente
    • 1 huevo
    • Una cucharadita de esencia de vainilla
    • 4 gotas de esencia de almendra
    • Una pizca de sal
    • 420 grs harina de repostería
    (de la glasa real)
    • 200 grs de azúcar glas
    • una clara de huevo
    • un chorrito de zumo de limón
    • colorante alimentario en gel rojo (wilton RED-RED)


    Preparación(de las galletas)
    1. Mezclamos la mantequilla con el azúcar glas con las varillas hasta que quede esponjosita la mezcla.
    2. Añadimos el huevo y los aromas de vainilla y almendra si queremos. Mezclamos
    3. Añadimos la harina e incorporamos bien hasta que quede una mezcla amalgamada.
    4. Volcamos la mezcla en la encimera enharinada y amasamos un poco hasta tener una bola.
    5. La dividimos en dos partes iguales (yo las peso)
    6. Estiramos cada una de las partes entre dos papeles de horno y las dejamos de 1/2 cm de grosor. 
    7. Refrigeramos la masa ya estirada al menos una hora.
    8. Precalentamos el horno a 200º y cuando esté bien caliente sacamos una de las partes estiradas,
    9. cortamos las galletas con el cortador que elijamos y las pasamos a una bandeja de horno forrada con papel. Como la masa estará fría no se deformarán.
    10. Cuando las metamos en el horno bajamos la temperatura a 180º. En mi horno estuvieron 10 min. A mí me gusta que se queden blanquitas, no tostaditas, porque cuando enfrían y endurecen quedan en el punto justo, pero eso ya en gustos.
    11. Repetir con la otra tanda de masa. y con los recortes que se pueden volver a estirar para sacar más galletas.
    (de la glasa y decoración de las galletas)
    1. Con las varillas empezamos a batir las claras con el zumo de limón  hasta que formen picos blandos y en ese momento vamos añadiendo a cucharadas el azúcar glas hasta que se forme una pasta (yo lo hice en la tmx) y la volcamos en un cuenco. 
    2. Ahora la vamos a separar en tres recipientes: en el primero ponemos como una cucharada de esta glasa. En el segundo un par de cucharadas y en el tercero todo el resto. Las cubrimos con papel film par que no se seque.
    3. El primer recipiente será la glasa de delineado, la más durita. la metemos en una manga pastelera con una boquilla muy pequeña o simplemente en una bolsa de congelar y le cortamos un piquito muy pequeño. Delineamos las galletas para que luego al glasear no nos salgamos. Dejamos secar.
    4. Pasadas unas dos horas ya podemos rellenar las galletas. Usamos la glasa más abundante, la del tercer recipiente. Necesitamos que esté algo más fluida para lo que la diluimos con unas gotitas de agua. La metemos en un biberón de repostería o simplemente con una cucharita de moka y mucho cuidado vamos coloreando las galletas de blanco. Las dejamos secar de un día para otro.
    5. Reservamos la glasa sobrante, la que vamos a teñir, tapada con papel film y en la nevera.
    6. Al día siguiente tomamos la glasa del segundo recipiente, la diluimos aún un poquito más con otras gotitas de agua y empezamos a añadir colorante rojo y a mezclar bien hasta obtener la intensidad de color que queramos.
    7. Mojamos un pincel en la glasa roja y salpicamos las galletas teniendo cuidado de colocarlas antes sobre un papel para evitar el momento desaguisado-masacre en la encimera de la cocina.
    8. Las dejamos secar un poco. Pero no mucho porque a medida que pasa el tiempo, la sangre de azúcar se comporta como la de verdad poniéndose marrón como la sangre seca y la escena del crimen da un poco de pena.
    Cosas a tener en cuenta:
    - las galletas se pueden preparar con antelación y aguantan bien en una lata cerrada.
    - Mi consejo: haz unas poquitas de adorno y las demás no las decores tanto, son demasiado empalagosas. Pero dan miedito o no?
    No es exactamente lo que yo pondría en una chuleta pero pilláis el concepto...



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    Tortitas de calabaza

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    Hoy toca batallita de infancia. Porque hoy pega mucho ya que estamos de nuevo con el reto¡Qué rico Mami! en el que la anfitriona del mes, Tere, desde su blogBy Terenya, nos ha propuesto preparar un plato con ingredientes muy otoñales (calabaza, boniato, castañas...). Me encanta seguro que hay cosas geniales, no os las perdáis. Y como aquí de lo que se trata es de preparar cositas buenas y divertidas para los reyes de la casa, pues hoy la cosa va a ir de monarquía… Hoy os voy a contar que cuando tenía 11 años,yo conocí al Rey.
    ¿Pero a qué rey? No intentéis guiaros por mi edad para ubicarlo porque iréis desencaminados. No estoy hablando de Elvis, ni de Amancio Ortega, ni de Mufasa, ni de Simba, que encajaría más con mi espíritu joven. Cuando tenía 11 años yo conocí al mismísimo Fernando II de Aragón, también llamado Fernando el Católico. A ver quién supera eso.
    Venga vale, tiene truco. Cuando yo tenía 11 añitos mis padres me mandaron un mes a Inglaterra  con una familia y a clases de inglés. En Bath, aquella hermosa ciudad patrimonio de la humanidad, aterrizamos un grupo de chiquillos del que otro niño y yo éramos los más pequeñitos. Ese otro niño no era otro que el joven Rodolfo Sancho, el Rey cuando era Infante. Menudo pieza el rey. De casta le viene a Froilán lo de ser un pillo.
    En aquel viaje lejos de papá y mamá, Rodolfo contaba con la ventaja de ir acompañado de su hermano mayor, por lo cual, no empatizaba lo más mínimo con la mema de 11 años que lloraba por las esquinas porque se acordaba de su madre, por más que los monitoras nos achuchaban para que jugáramos juntos. Él se lo pasaba mucho mejor con los amigos mayores de su hermano. Y la verdad es que no le culpo.
    El agujero que le hice a la economía de mi familia en ese mes debió de llegar al núcleo terrestre. Con deciros que lo primero que aprendí a decir fue “Quiero  hacer  una  llamada  a  cobro  revertido”...  
    TRES cabinas de teléfono TRES 
    había en el trayecto de mi casa a la escuela. Y EN LAS TRES me paraba antes de llegar a clase para llorarle a mi madre que me quería volver. Y si mi madre no estaba en casa, llamaba a mi abuela. A cobro revertido también claro.  “Operator? I would like to make a reverse charge call to Spain please”
    A pesar del trauma de que Rodolfo no fuera mi amiguito, con el paso de los años he conseguido perdonarle aquel pequeño desprecio infantil de mini rey, porque visto lo que es capaz de hacer Joffrey Baratheon, pues no es como para quejarse. Y además, es que Rodolfo ya tenía esa sonrisa con 11 años.
    Sólo le pondría yo una pega a su pequeña majestad y es que aquel príncipito de 11 años nunca habría encontrado partenaire televisiva que le diera un beso. Le volvían loco las patatas fritas con sabor a vinagre. De esas que entonces no habíamos visto aquí porque en España sólo existían las patatas de churrería. Aquellas bolsitas de patatas nos las ponían a todos nuestras familias en el  packed  lunch y era raro el día que no traían algún sabor insoportable para un paladar de niño ejjjpañó  (vinagre, cebolla, ketchup). Yo las de vinagre siempre se las daba al Rey porque por entonces era muy monárquica. Hasta que reuní el valor de decirle a Mrs. Rawlings que las que me gustaban eran las “ready  salted”,  sin aderezos. Y entonces me volví republicana y dejé de pagar tributos.
    Pero bueno, vamos a lo que nos ocupa que es la receta para los reyes que conquistan y Reconquistan nuestros corazones cada día. He hecho unas tortitas de las de tipo americanas, las que son gruesitas y pequeñas y les he añadido calabaza en puré y canela y nuez moscada.
    Mi versión, la que veis en las fotos, está hecha con un preparado de esos que vienen pre-mezclados para tortitas. Lo compré hace siglos y me quedaba un poco y vi la ocasión de darle salida. No es muy casero, pero os dejo receta para hacerlas caseras si queréis.

    Ingredientes
    • Premezcla de tortitas (la mía MAIZENA)
    • Leche para reconstituir la mezcla (como unos 300 ml)
    • Si la quieres casera mezcla: 200 grs de harina, 2-3 cucharadas de azúcar (depende de lo dulces que te gusten o del acompañamiento que les vayas a poner), 3 huevos L, 250 ml de leche, 30 grs de mantequilla y una pizca de sal. 
    • Una cucharadita de canela
    • Media cucharadita de nuez moscada
    • 300 grs de calabaza pelada y cortada en trozos
    • Sirope de arce para acompañar, pipas de calabaza, etc.


     Preparación
    1. Lo primero es hacer el puré de calabaza. Metemos los trozos en un tupper cerradito y lo ponemos 8 min a 800W en el microondas. Comprobamos pinchando que está hecha y la trituramos con la batidora de brazo hasta tener un puré finito. Reservamos.
    2. Reconstituimos la mezcla para tortitas o la hacemos casera añadiéndole la canela y la nuez moscada y la dejamos reposar durante unos 10 min. Pasado el tiempo comprobamos la consistencia. Tiene que estar bastante espesa, así que si está muy líquida necesitaremos añadir más harina y mezclarla bien.
    3. Añadimos el puré de calabaza y mezclamos bien. La mezcla se volverá naranjita.
    4. Engrasamos bien una sartén con mantequilla, margarina, aceite o spray antiadherente, lo que más nos guste, y la ponemos a calentar bien.
    5. Vamos depositando pequeñas cantidades de masa con un cucharón pequeño y movemos la sartén para que queden con forma redondita. Cuando empiece a burbujear (un minuto o minuto y medio) puedes despegarla con una espátula y darle la vuelta. Tiene que quedar un poquitín gruesa.
    6. Apilarlas en un plato para que mantengan el calorcito.
    7. Acompañar con los frutos secos o siropes que más nos gusten. A mí me gusta mucho el de arce, pero con chocolate están mortales.
    ¡ Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo !







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        Nuggets de pollo con cheddar en palito con molde Silikomart

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        Me ha pasado ya en demasiadas ocasiones. Me refiero a lo de decir “¡Uy, yo nunca haría  ESTO !”, o “Madre mía qué horror, yo jamás haría  LO  OTRO”. Y es por esta razón que me encuentro en disposición de daros un consejo. Nunca escupáis hacia arriba. Que a mí me ha caído en todo el centro de la frente. Y más de una vez.

        Una de las más sangrantes para mí ha sido:

        YO NUNCA pondré a mis hijos a hacer pis en la calle

        En la primera salida de casa sin pañal. No la segunda, ni la tercera. La primera. En unos arbustos. Lo más escondidos que pude dada la urgencia del momento, pero en la calle y a la vista de la gente. No pasa nada, te mientes a ti misma, sólo ha sido esta vez, y no había un baño cerca… Y era pis…
        Pero sabes que te has traicionado, y la autotraición es muy liberadora, porque ya te redime de todo el pecado futuro. Ya no podrás decir yo NUNCA, porque ya habrá habido una vez. Y ya sin principios pasas al punto siguiente.
        El punto en que reconoces que estabas equivocada, y que lo que de verdad no deberías haber hecho NUNCA es confiar en que, en cada ocasión en que tus hijos quisieran hacer pis, habría un baño decente cerca. Porque esa es otra… la decencia. Que lo de poner a hacer pis al niño a pulso no es apto para bíceps de chiguagua como los míos y el estado de los baños públicos… en fin, no sé, que tampoco hay que ser  Guillermo Tell  pero un mínimo de puntería ¿no? Digo yo. Y no sigo porque esto es un blog de comida.
        Así que te das cuenta de que lo de la calle está feo, pero más feo está llegar a casa con una caca de perro en la suela pudiendo hacerlo con unas salpicaduritas de pipicito infantil de las carnes de tus carnes en los zapatos por muy de ante que fueran. Porque además, si hubiera sido coherente con aquellos principios míos me habría perdido ese momentazo “¡Mira, mira mami! ¡Qué río tan grande ha hecho mi pipí!” que no tiene precio.
        De todas maneras, os diré que la rectificación no siempre implica una pérdida del orgullo y a veces te alegras de haber estado categóricamente equivocado. Es lo que me ha pasado con los moldes de silicona. No podría deciros por qué, pero nunca me habían hecho gracia. Con lo progre que yo soy en general y en lo del cacharrerío mi cocina parecía más la de Downton Abbey. Pero hace unas semanas, en GastroMAD2014 ya sabéis que os di mucha envidia con todo lo que nos regalaron a los asistentes.
        Entre los obsequios estaban unos minimoldes de silicona de SILIKOMART. El detalle merecía que me sacudiera mis prejuicios infundados y les diera uso para poder opinar con criterio y traeros una recetita hoy en el #díadeSILIKOMART. Pues me han gustado mucho. Son perfectos para hacer cosas vistosas, se limpian de maravilla y se desmoldan de ensueño. He investigado mucho para coger ideas y la verdad es que para hacer helados y que queden lisitos y con un aspecto profesional son ideales. Pero también dan mucho juego para hacer cosas de toda la vida con un toque diferente. Yo me inspiré en la receta que viene en la caja que es de queso rebozado y frito, y pensé en hacer algo más de tipo picoteo salado con ese toque ideal del palo que es perfecto para engañar a los niños. Les podría dar coliflor al ajillo pinchada en un palo (perdón) que se la comerían felices. Así que hice mi masa de nuggets de pollo de toda la vida y los puse en modo polo. Triunfo total.
        Ingredientes
        Con las cantidades que pongo aquí salen muchos más nuggets que los 4 politos que veis. Hice esos 4 con el molde y los demás en forma de nuggets normales. Podéis reducir las cantidades a la mitad perfectamente
        • 2 pechugas de pollo enteras. Las picaremos en la thmx, Si no tienes un robot de este tipo puedes emplear carne de pollo ya picada o pedirle al pollero que la pique fina (dos pasadas)
        • 2 huevos (yo usé en esta ocasión 3 yemas de huevo que me habían sobrado de otra preparación en la que había usado las claras)
        • 30 grs de queso emmental rallado 
        • 50 grs de queso cheddar mature rallado. Podéis cambiarlo por más emmental o por otro queso. Yo os recomiendo uno curadito con mucho sabor como éste o como un parmesano o un manchego curado. Le da un sabor muy bueno a la mezcla.
        • Una cucharadita de cebolla en polvo 
        • Un poco de ajo seco picado con el molinillo
        • Sal y pimienta
        • Harina, huevo y pan rallado para rebozar
        • Aceite de girasol o de oliva suave para freír



        Preparación
        1. Ponemos el pollo en la Thmx y picamos 5 seg a vel. 7.
        2. Agregamos el resto de ingredientes y programamos 10 seg. a vel. 7. Ya está la masa de los nuggets.
        3. Untamos los moldecitos con aceite (no hace falta pero yo soy muy desconfiada con lo que no conozco y porsiaca, pero ya digo que no hace falta) y los rellenamos con la masa de los nuggets, así sin rebozar y presionamos bien para que no queden huecos. Les ponemos el palito. El resto de la masa la modelamos con las manos en forma de nuggets del tamaño que nos gusten.
        4. Los del molde los metemos al congelador un mínimo de 2 horas. Yo los tuve de un día para otro.
        5. El resto de los nuggets, los que no están en el molde, los rebozamos ya pasándolos por harina, huevo y pan rallado. Yo los congelo así ya listos y cuando los quiero usar sólo tengo que freírlos u hornearlos, según me dé el día pro o anti colesterol.
        6. Cuando los del molde están duritos y congelados, los desmoldamos y admiramos lo lisitos que se han quedado por el lado del molde.
        7. Pasamos los nuggets duros congelados por harina, huevo y pan rallado. 
        8. Ahora hay que cocinarlos y para ello ponemos al fuego con aceite un cazo pequeño, para que el nivel del aceite quede alto y podamos sumergir los polos de nugget. Cuando esté caliente los freímos hasta que estén dorados por fuera. Los depositamos sobre papel absorbente. 
        9. Como son bastante gruesitos se habrán dorado por fuera pero no habrá dado tiempo a que se hagan bien por dentro, o al menos eso es lo que me pasó a mí porque no debo de manejar bien el arte de la fritura. Así que lo arreglé dándoles un golpe de horno de 10 min a 200º. Quedaron perfectos. Creo que la próxima vez lo volveré a hacer así.
        10. Servir con salsa barbacoa y ensalada, o con patatas fritas. 
        Pues eso





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        Espárragos trigueros al horno con bacon {Acción de ser agradecidos}

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        Hay asuntos que pasan a la historia del imaginario colectivo de forma muy concreta. Es el caso del festín que representa la celebración de Thanksgiving en EEUU. Lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en esa fiesta es un enorme pavo asado y perfecto. Pero en una mesa de Thanksgiving hay muuuuucho más. Como ya os conté el año pasado por estas fechas, en mi familia nos gusta celebrar este día opíparamente (podéis leerlo aquí) y así vamos ejercitando el estómago para lo que se avecina.
        Entre las cosas de las que se tiene poca noción en una comilona de Thanksgiving están los llamados side  dishes, esos acompañamientos que son tan importantes como el propio pavo o más. Tienen cabida multitud de platos, desde gratinados, el mítico puré de patata, verduritas asadas, panecillos, las salsas que no pueden faltar porque, lo admito, el
        pavo asado es de las cosas que más me pueden gustar en este mundo, pero una pechugaza de un pavo de7kgs puede servir de gamuza seca-cristales si no le pones una buena dosis de salsa por encima…
        El plato que he preparado hoy es muy muy sencillo y lo he tomado “prestado” de la cocina que ha resultado víctima del asalto de este mes en el reto de El Asaltablogs que ya conocéis y que sigo desde sus comienzos. Se trata de Rebuscando en la despensa y su receta son unos espárragos tibios con jamón , un plato ligero que yo he adaptado y convertido en algo más contundente que lo convierte en un digno  side  dish  de una mesa de Acción de Gracias como la que vamos a disfrutar mi familia y yo hoy con retraso (el pavo, que tenía jetlag y no se asaba).
        Y ya puestos a hablar de este día, vamos a darle sentido. Yo hoy quiero dar gracias por muchas cosas:
        -GRACIAS porque el no haber podido volver a pintarme las uñas desde que nació mi hija mayor me permitió descubrir el topcoat  efecto  gel que me ayuda a mantener el esmalte durante al menos 24 minutos (hasta el siguiente mama-se-me-ha-atascado-la-cremallera)
        -GRACIAS porque me he dado cuenta de que tengo un procesador de última generación como cabeza y que tiene una capacidad infinita de almacenamiento de todo tipo de información desde “hay que llevar al colegio un kg de garbanzos para la operación kilo” hasta “el día 14 tocan vacunas”, pasando por “hay que comprar un regalo para el cumpleaños de la amiguita”, sin olvidar “tengo que llevar el coche a pasar la ITV” o el clásico “no queda pan bimbo”, y eso siempre sin dejar de lado “yo creo que el performance de las acciones de marketing del año fiscal ha sido satisfactorio vs. el año anterior” por aquello de que también tengo un trabajo en el que aparentar que tengo enfocada toda mi atención.
        -GRACIAS porque la necesidad de tener que comer delante de mi ordenador en un máximo de 5 minutos me proporciona la mejor de las dietas posibles. No sufro y no tengo tentaciones.
        -GRACIAS porque el punto anterior me ha hecho poder consumir sin remordimientos una de las cosas con las que más disfruto en este mundo: las chuches que me como todos los días antes de recoger a las niñas del colegio (para que no me las quiten, que para eso a ellas les pago el comedor).
        -GRACIAS porque he descubierto que valgo para ser pediatra. Si vivo otra vida, cosa que desde aquí me gustaría pedir a quien corresponda, ya no me pasaré medio COU dudando para terminar estudiando Empresariales #porquetienemuchassalidas sino que me consagraré a estudiar medicina para poder enfrentarme cara a cara a esos virus tan enigmáticos con los que tengo que convivir.
        -GRACIAS POR MIS DOS SOLES, mis niñas de mis entretelas, porque GRACIAS a ellas puedo dar las GRACIAS por mucho más.

        Os dejo con esta chorri-receta que no tiene ningún misterio pero que está muy rica y es muy fácil de hacer. Los huevos con bacon parece que hasta adelgazan si los haces al horno y les pones un poco de verde. De ilusión también se vive no?
        Ingredientes
        • Un manojo de espárragos trigueros (los míos eran de esos finísimos que tienen en Mercadona. Prefiero los más gruesitos pero es lo que había)
        • Un paquete de lonchas de bacon o panceta
        • 4-5 huevos M
        • Sal, pimienta, tomillo
        Preparación
        1. Cubrir una bandeja de horno con papel de aluminio o papel sulfurizado y colocar las lonchas de bacon encima
        2. Asar a 200º durante unos 10 min,hasta que esté hecho. 
        3. Sacar y reservar el bacon que ya estará crujientito, escurrir la grasilla y colocar los espárragos.
        4. Embadurnar los espárragos con la grasilla que quede en la bandeja o rociar con un poco de AOVE. Asarlos unos 10 min.
        5. Sacar de nuevo la bandeja, colocar de nuevo en ella el bacon entre los espárragos, cascar los huevos por encima, salpimentar, y trocear con los dedos alguna lonchita de bacon, como estarán muy crujiuentes será fácil. Destribuir estos trocitos de bacon también por encima, sobre todo de los huevos. Volvemos a hornear hasta que se cuajen. Yo lo tuve unos 8 min.
        Gracias por estos gusanitos. Siempre juntos.






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        Galette des Rois

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        "A los españoles les gusta mucho la FIESTA". Es el mejor ejemplo de unos  crían  la  fama  y  otros  cardan  la  lana  que existe. O eso, o los guiris se sienten intimidados por nuestra fama fiestera, y cuando tienen un español cerca tienen que darlo todo para demostrar que ellos también tienen una grasia-rosiera-que-no-se pue-aguantá. Y tengo un ejemplo vivido en primera persona.
        Este mes el reto ¡Qué Rico Mami! trae una propuesta súper divertida y didáctica de la mano de Mara del blog Mas dulce que salado: vamos a preparar dulces típicos navideños de otros países
        De mis aventuras en tierras galas (os conté la primera AQUÍ) tengo un recuerdo imborrable de la que os voy a contar. En seguida entenderéis por qué no he podido olvidarla.
        Unas Navidades de las que pasé cuando vivía en Francia nos juntamos para cenar en casa unos cuantos amigos. Éramos 3 chicos y 3 chicas. Yo les explicaba la tradición española de los Reyes Magos y de que, en esa fecha, aquí es típico comer el ROSCÓN DE REYES. Les conté lo de la figurita y lo de que el que la encuentra paga el roscón…  Esa noche teníamos de postre Galette des Rois, el dulce típico de Francia en Reyes, que no se parece al Roscón en nada salvo en el detalle de la sorpresa oculta.
        Pues bien, aquí es donde el espíritu guiri se siente amenazado por la legendaria fama fiestera española, y los 5 franceses deciden que en la Galette que estábamos a punto de comernos, el que encontrara la sorpresa no iba a pagar el roscón sino que iba a dar una vuelta corriendo al aparcamiento EN PELOTAS (se admitían zapatos). No debieron de reparar en la palidez de mi careto porque estaban encantados jaleándose por la idea tan divertida y marchosa que habían tenido y supongo que porque pensaban que yo, como buena española, estaría curada de espanto.
        No sé en qué momento se produce en la mente de un guiri la transición desde
        los españoles saben disfrutar de un buen tapeo y unas cañas con amigos, tienen buen tiempo y las copas son baratas” 
        hasta 
        “los españoles se despelotan a la mínima y se tiran borrachos por los balcones”
        El caso es que esa asociación está ahí.
        En ese momento no me sentí con fuerzas para defraudarles y me reí con risa de hiena mientras pensaba “no pasa nada, siempre puede no tocarme, y si me toca hago que me desmayo”. Así que empezó el reparto de porciones de galette que yo viví como una ruleta rusa. Por suerte, no tuve ni que morder mi trozo para respirar aliviada. Le había tocado a uno de los chicos, eufórico ya ante la perspectiva de demostrar cómo se lo pasan de bien los franceses cuando se empeñan.
        No sé si fue por solidaridad o porque lo del salero francés repentino fue algo generalizado, pero los otros dos chicos de la reunión también se apuntaron al despelote-reto.
        Así que allá que bajamos al aparcamiento los 6 (todos vestidos de momento). Era de noche y hacía 7 grados bajo cero. Los chicos se metieron detrás de un árbol y, pasados 5 minutos, y al grito de A vos marques, prêts, partez! pasaron por delante de nosotras como relámpagos y nos dejaron la visión de tres culos blancos perdiéndose a toda velocidad en la oscuridad de un aparcamiento de noche. Estoy segura de que pulverizaron alguna plusmarca mundial, lástima de cronómetro. Se acostaron esa noche tan contentos con la sensación de haber estado a la altura de cualquier fiestero profesional español…
        Así que aquí os dejo la receta de la Galette des Rois. Es una tartita riquísima y muy fácil de preparar. Hojaldre relleno de frangipane, una cremita de almendra muy rica. Esta es la versión más clásica, pero puede hacerse de variedades más “modernas”. Lo he visto hasta de frambuesas con pistacho. La podéis hacer redonda grande o individual. Ah, y no es preciso desnudarse si se encuentra la sorpresa, con unos aplausos bastará.

        Ingredientes
        • 2 huevos
        • 100 grs de azúcar
        • 100 grs de almendra molida
        • 100 grs de mantequilla a temperatura ambiente
        • Dos planchas de hojaldre
        • 1 yema batida + una cucharadita de agua para pintar
        • 1 sorpresa


        Preparación
        1. Batimos la mantequilla con el azúcar con una batidora de varillas hasta que la mezcla blanquee y esté esponjosita.
        2. Añadimos los huevos uno a uno hasta hasta que se integren bien.
        3. Añadimos la almendra molida y la integramos bien también. Ya está la frangipane.
        4. Usamos una de las planchas de hojaldre como base de la galette. Si la tenemos redonda y la vamos a hacer grande, no hay que hacer nada. Si es rectangular la cortamos redonda, y si queremos hacer galettes individuales utilizamos algo con forma redonda del tamaño que queramos para marcar los círculos y recortamos tantos como galettes queramos.
        5. Hacemos lo propio con la segunda plancha de hojaldre.
        6. Pintamos los bordes con un poco de yema de huevo batida mezclada con una cucharadita de agua, pero someramente, no embadurnar mucho porque si se humedece mucho el hojaldre luego no sube bien.
        7. Colocamos un par de cucharadas hermosas de la frangipane en el centro de los círculos que hacen de base. 
        8. Colocamos la sorpresa cerca del borde para que al cortar las porciones no moleste demasiado  y cubrimos con los círculos que harán de tapa. 
        9. Sellamos con un tenedor o presionando con los dedos. Hay que asegurar que se pegan bien los bordes pero sin apretujar demasiado, para que el hojaldre no sufra, que es delicado y si no, no sube.
        10. Pintamos con una capa fina de yema de huevo batido y metemos en la nevera una media hora.
        11. Sacamos, pintamos de nuevo con otra capa de yema de huevo batido y hacemos los dibujos con un cuchillo intentando no cortar el hojaldre. Yo lo hice con un cuchillo de hoja muy fina, pero usando la parte roma. 
        12. Hacemos un corte que sí corte el hojaldre, pero uno pequeñito, a modo de chimenea para que escape el vapor. Yo lo practiqué en una de las rayas del dibujo para que quedara disimulado.
        13. Horneamos unos 25 min o hasta que veamos que está dorado y brillante.
        -Cosas a tener en cuenta: con las cantidades que os doy yo hice 4 galettes como las que veis y me sobró frangipane para repetir (no tenía más hojaldre)
        -Para conseguir el doradito brillante y que el dibujo quede definido es importante pintar muy suavemente con la yema batida, meter al frigorífico y dar una segunda capa de yema batida antes de hacer el dibujito.
        -Calentito está muy bueno.

        Queridos guiris, no cambiés nunca




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        Adios al otoño en MadrEAT

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        Por fin en España nos echamos a comer a las calles también en invierno. Siempre me llamó la atención que en lugares como París, las terrazas estuvieran puestas todo el año y la gente se sentara en los cafés y las brasseries sin miedo al  froid  ni la  pluie  mientras que aquí, que tenemos un clima maravilloso, sólo sacáramos las sillas y las mesas a las calles a partir de abril. Quiero pensar que hemos aprendido a aprovechar la ventaja de la latitud, aunque no puedo evitar encontrar coincidencia temporal entre las terrazas en cualquier época del año y la prohibición de fumar en los establecimientos de hostelería... Sea por el motivo que fuere, viva la comida al aire libre en un día de sol por muy diciembre que sea. Nosotros hemos despedido el otoño un 20 de diciembre en MadrEAT.
        MadrEAT se celebra el tercer fin de semana de cada mes. Bueno, esto es la norma general porque desde que comenzó en octubre, no ha tenido edición de noviembre y ha regresado en diciembre. Así que os recomiendo que si os queréis acercar en enero, confirméis primero en su página web la celebración y la ubicación ya que ésta no ha sido la misma en las dos ediciones que ha habido hasta ahora... Así que este párrafo os ha dado poca información. Lo sé.
        El caso es que este mes estaba en AZCA una zona de oficinas y comercial. A mí particularmente la ubicación me parece muy  americana  de un día de diario. Los oficinistas de las grandes torres suelen comer al aire libre algo rápido en los aledaños de los rascacielos. Si os dais una vuelta a eso de las 12h00-12h30 por el  Financial  District  de Manhattan, veréis muchas señoras con traje de chaqueta y mucho encorbatado sentados en las escalinatas de los edificios o en bancos al sol comiendo delicias compradas en puestos callejeros.
        Tanto es así, que en EEUU está triunfando una idea de unos emprendedores españoles que consiste básicamente en una funda de plástico para la corbata(ver vídeo tietop) porque claro, comerse un perrito con su mostaza y su ketchup sentado en unas escaleras, por muy para delante que te eches para que los goterones caigan al suelo, tiene el riesgo de que la corbata quede colgando y sea la que recoja... A mí lo que me parece que tiene más mérito de la idea es haber hecho que la gente olvide que existe el clásico pisacorbatas, tan clasicorro y anticuado en su uso como queráis, pero que yo veo mejor que ponerle un gorro de ducha a la corbata... pero vamos, que si se trata de emprendedores españoles, espero que vendan mucho mucho...
        Volviendo a MadrEat encuentro que, para un fin de semana, el parquecito que hay alrededor de la Torre Picasso era muy agradable, pero sospecho que la afluencia de público ha sido baja, porque casi nadie se acerca por las torres en un día no laborable.
        Pero la clave de MadrEAT no es ni su ubicación, ni si el público es oficinista o no. La clave es que se puede comer de un puesto de la calle y disfrutar de una auténtica delicia. Si, como yo, tenéis un poco asociada la comida servida en la calle con el chino que sacaba los bocatas de panceta que tenía escondidos detrás de una papelera (cuenta la leyenda urbana que también los guardaban dentro de la papelera) a partir de las 3 am en plena Gran Vía, tenéis que quitaros esa idea.
        MadrEAT es otra cosa. En MadrEAT hay estrellas michelín en un camión. Hay cocina internacional, hay comida tradicional, hay dulce, salado, hay showcooking y demostraciones de cocina delante de tus ojos. Hay salado y hay dulce. Y hay aire libre, que es de lo que se trata, de comer en la calle.
        El espacio está organizado con los camiones y puestos de distintos tipos de comida a lo largo de hileras. Y en zonas abiertas y espaciosas se colocan mesas para poder sentarse disfrutar los manjares. Hay también unas gradas de lo más agradables en las zonas de sol.
        Si vas con niños a los que les gusta todo, pues es una oportunidad de experimentar. Si no, siempre hay la opción "fácil" pero no por ello de peor calidad. Nosotros compramos para ellas una pizza cuatro quesos horneada con leña en el propio camión que estaba espectacular. El clásico puesto de perritos calientes no podía faltar, aunque la variedad que ofrecían daba para estar media hora decidiendo. Hay croquetas, empanada, japonés, tailandés, comida estadounidense sureña (me quedé con tremendas ganas de probar el Gumbo típico de New Orleans que servían acompañado de una caña de Estrella Galicia #vivalacocinafusión)
        Pero finalmente me llamó el japonés L'Artisan en el que me prepararon una baguette de panceta ahumada asada a baja temperatura con una mayonesa picante, cebolleta encurtida y cilantro. Estaba muy muy buena, aunque como veis,  too  much  cilantro para mi gusto. La bolsitas de papel de inspiración origami que tenían en el mostrador y en las que te entregaban el pedido me conquistaron.
        Porque MadrEAT también es eso, es estética, todo está cuidado. Se insiste en la idea de que comida callejera no es comida cutre. No tiene por qué serlo (olvida el chino de Gran Vía, olvida la papelera).
        Así que, a comer a la calle, a disfrutar del sol aunque haga frío. Que además de comida para entrar en calor, hay música para bailar.
        Pues nada, os dejo con unas fotillos más del ambiente de MadrEAT y os animo a que os deis una vuelta por la próxima edición, yo lo haré sin duda.
        Os quiero enviar desde esta despedida del otoño, mis mejores deseos para el año que viene. El 2015 promete.
        Felices Fiestas
        Adiós Otoño Adiós. Nos vemos el año que viene.


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        Wonton frito en tiras con sal

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        Hay muchas formas de recuperarse de los excesos de las Navidades: propósitos de consagración a la lechuga, matrículas en el gimnasio, abstinencia de Nutella. Ninguna de ellas es tan eficaz como la que he empleado yo, pero la mía no os la recomiendo. Una bronquitis con tos de cavernícola y 10 días de antibiótico te dejan el estómago como para que no te entre ni un  krispi .  Se pierde la capa langostínica acumulada en un abrir y cerrar de ojos, pero os digo que no merece la pena. Yo el año que viene hago lo del gimnasio (lo de matricularme, que eso sólo ya adelgaza, de ir ni hablamos).

        Y es que mi catarro ha venido con agravantes… y me vais a entender fenomenal todas las madres del mundo. Porque claro, cualquier persona normal no-madre (por ejemplo, un padre) al primer síntoma de resfriado, digamos… UN moco aislado, se encama, y más si está de vacaciones como era mi caso. Y al día siguiente, nuevo. Una madre, que normalmente tiene un cerebro privilegiado, en el momento del resfriado ve cómo su capacidad intelectual merma en proporción inversa al aumento de la fiebre, y en vez de encamarse, ¿qué hace? Pues en mi caso, con 38 de fiebre, me pareció una idea estupenda irme a la cabalgata de reyes. O lo que es lo mismo, a pasar 3 horas a la intemperie, a 5 grados y de pie.
        La situación de congelación y embotamiento producido por la música y los petardos no fue nada comparada con el vértigo que me invadió al no saber si era un delirio o realmente estaban acercándose a mis hijas unos señorEs de 60 años vestidos de Bob Esponja y Patricio con unos disfraces infames caseros. Por un momento me dio vueltas todo y no sabía si estaba en la Puerta del Sol y Dora la Exploradora iba a liarse a guantazos, si me iban a dar un globo con forma de espada, una ramita de olivo para la buena fortuna, o unos caramelos.
        La vuelta a casa ni la recuerdo. Debimos de movernos entre la muchedumbre como pudimos para llegar al coche y al llegar... descanso... pues ¡no! Ponte a hacer el roscón para el día siguiente, la cena, y acuesta a las enanas, y como castigo por  procrastinator , ponte a envolver todo lo que no has envuelto hasta ese bendito último momento. El licorcito de hierbas que dejamos para los reyes me lo bebí de tres tragos, uno detrás de otro en cuanto se acostaron las niñas con las esperanza de que el alcohol actuara como antibacterias en mi garganta. Ni falta hace deciros que no funcionó, pero me terminó de dejar sin conocimiento lo cual agradecí enormemente dadas las circunstancias. El agua de los camellos no me pareció terapéutica así que se la dejé.
        Día 6 de enero por la mañana. Tremendos esfuerzos porque mi hija mayor no confunda a su propia madre con la Draculaura que le han dejado los Reyes: mismo  no-color  de cara, mismas ojeras negras, mismo aspecto de haberme levantado del ataúd para desayunar en familia vampira. La muñeca era la que no tenía los temblores, por lo demás, igualitas.
        Y todavía falta ir a por los Reyes a casa de los abuelos y volver cargados como cada año.
        Día 6 de enero por la tarde, por fin me acuesto. No me volvería a levantar hasta el día 11.
        Eso sí, me he quedado para empezar a forrarme otra vez a polvorones. Tengo un apetito atrasado que me hace sentir incomprendida. Así que cuando llego a casa por las tardes, me doy secretamente al camembert con pan.
        Bueno, y ahora os cuento cosas de la receta de hoy. Es un picoteo diferente que preparé un día de vacaciones para ver una peli con las enanas. Es un aperitivo que resulta muy ligero y está riquísimo y si lo preparais para invitados les vais a sorprender. Lo aprendí en GastroMAD 2014, nos lo enseño el chef que dirigía nuestro equipo, el simpatiquísimo y profesional Fran Rabazo, que nos dejó a todos ojipláticos con esta idea tan rica. La podéis comer sola, con un poco de sal, o un poquito de pimentón, o aderezada como queráis, o como acompañamiento crujiente de algún plato, como la empleamos allí. Yo ya tengo pensadas algunas ideas. Por ejemplo se me ocurre que puede estar muy rico este toque crujiente sobre un sabroso tartar de atún rojo… lo tengo que probar.
        Bueno, os desvelo ya cómo está hecho.

        Ingredientes
        • Un paquete de láminas de masa wonton oriental
        • Aceite de girasol
        • Sal, pimienta...
        • Pimentón de la Vera (opcional)



        Preparación
        1. No puede ser más sencillo: se dejan descongelar las láminas cuadradas de masa wonton si es que las has comprado congeladas como es mi caso y se van tomando montoncitos de 6-7 láminas cada vez (son muy finas) y se cortan en tiras estrechitas, lo más estrechitas que se pueda con un cuchillo bien afilado.
        2. Se pone una cazuela pequeña y alta para emplear menos aceite, y se pone en ella abundante aceite de girasol a calentar. Tiene que estar bien caliente pero no demasiado. Haremos la prueba echando una tirita de la masa que hemos cortado, debe rizarse rápidamente pero mantenerse blanquita, sin quemarse. 
        3. Vamos friendo en tandas las tiras de masa wonton cortadas. Se doran en seguida así que hay que estar pendientes y en seguida acabamos. Se saca a una fuente con papel absorbente y se sala al gusto. Yo puse un poquito de pimentón de la vera que también me regalaron en GastroMAD2014, un toque muy muy ligero.
        4. Es crujiente y sabroso como pocos aperitivos. Probadlo!


        Yo con mi FIEBRE el pasado sábado noche. 



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        Tarta de tomates con mostaza antigua en base de filo

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        Últimamente mi marido está viajando con mucha frecuencia. Con dos hijas, sus varias actividades extraescolares, Hacienda intentando recuperar de mis ahorros parte de lo que le debe la infanta de España, una nevera que se vacía la capulla sin piedad, un padrastro rebelde en un dedo, y por suerte, un trabajo al que ir cada día y que milagrosamente sigo conservando, os imagináis que los inconvenientes de estar soltera por imposición son numerosos. Pero como en todas las situaciones, el ser humano se adapta, y ahora le encuentro hasta ventajas…
        El grado de autosuficiencia desarrollada me ha reportado nuevos conocimientos, algunos sin los que podría haber vivido perfectamente, pero otros los valoro inmensamente.
        El tipo de pila que lleva el mando del garaje, por poner un ejemplo, es una información que ocupa en mi cabeza a punto de explotar un espacio muy valioso, y habría preferido no necesitar conocer.
        En cambio, lo de haber aprendido a abrirme yo sola las botellas de vino, pues oye, me parece útil. Porque si se va de viaje uno o dos días, la cosa se lleva más o menos, pero si se va tres semanas seguidas con sus fines de semana, pues oiga, se impone la cogorza solitaria cuando acuesto a las niñas. Y ya me he visto en la tesitura de tener que cortar el corcho y mpujarlo para dentro para luego comerme los trozos que caen dentro de la botella. Y creo que yo me merezco algo mejor. Se acabó lo de que el vino lo abra él siempre. Ahora soy más independiente y me tomo un chato cuando quiero/nopuedomás.
        La presión de los neumáticos… ¿os podéis creer que es distinta en las ruedas de delante y en las de detrás? Otra cosa sin la que podría haber tenido una vida feliz y apacible hasta el fin de mis días. Pero no, he tenido que aprendérmelo. Y tienen un pitorro con una capa negra por encima que he tenido que toquetear por todas partes porque no había manera de desenrroscar. Casi me he tenido que escaldar las manos para arrancarme la piel negra poque no salía con nada. Point en contra de estar sin marido.
        Pero... ¿y el haber dejado de depender de nadie para descargarme todas las películas y series del mundo? Ahora soy más pirata que Jack Sparrow. No sé si debería decir esto justo ahora que Bárcenas deja un sitio libre en la cárcel…
        En esta línea le he cogido el gusto a lo de robarcompartir propiedad intelectual y lo he puesto en práctica con mi juego favorito de la red bloguera, el Asaltablogs. Este mes nos ha tocado piratear a Isa Azucarglas y os digo que ha sido igual de difícil que cuando me pongo a descargarme series, que no sé si ponerme con todas las temporadas seguidas de Boardwalk Empire o darme un atracón de House of Cards (me va la mafia). Lo del blog de esta mujer es de no saber por dónde empezar de todo lo que hay y de todo lo que te comerías. Finalmente he escogido esta Tarta a la mostaza de Dijonporque me encanta todo lo que lleva y porque es de esas recetas que lo tiene todo para triunfar. Rápida, sencilla, que sirve igual para una cena completa que para un picoteo, y con ingredientes fáciles de conseguir en la tienda de la esquina. Que sí, que la sal rosa del Himalaya se consigue ya más fácilmente que antes, pero en general prefiero no tener que pedirle a Jesús Calleja que me haga la compra para poder hacer la cena…
        Como siempre, he hecho tunning de la receta original porque no me puedo aguantar, pero la esencia la conserva. He sustituido la masa brisa por una base de hojas de filo, que es una masa que me encanta como ya habéis podido comprobar en otras recetas (milhoja de frutas y crema y cigarritos de pollo al curry) y que le da un toque crujiente que me ha gustado mucho.

        Ingredientes
        • 8 hojas de pasta filo
        • 3 tomates ensalada hermosos
        • 2 cucharadas soperas de mostaza a l’Ancienne
        • 3 cucharadas soperas de queso emmental rallado
        • una cucharada sopera de queso manchego curado rallado
        • Tomillo fresco
        • Hierbas provenzales
        • Aceite de oliva virgen extra
        • Sal y pimienta

          Preparación
          1. Engrasamos una fuente para horno o un molde. Del tamaño y forma que queráis, sólo hará falta adaptar el tamaño de las hojas de filo. El mío era un molde redondo y no corté las láminas. Precalentamos el horno a 190º.
          2. Cortamos los tomates en rodajas, no muy finas, que tengan donde morder que luego perderán cuerpo con la cocción. Salpimentamos un poquito pero no mucho que la mostaza y las hierbas ya añadirán el toque sabroso.
          3. Preparamos la base de filo. Sacamos una lámina y la pintamos muy ligeramente con aceite de oliva virgen extra. Colocamos otra lámina encima y hacemos lo mismo. Y así hasta 8. Yo no las he colocado apiladas exactamente en la misma posición sino que a cada una que iba colocando sobre la anterior, la giraba un poco. Para que los picos queden desiguales. Me parecía que quedaba más gracioso. Pero eso como queráis, que el sentido del humor es libre ;-)
          4. Colocamos este montón en la base de la fuente ajustándolo a la forma que tenga y dejando sobresalir la masa por encima de los bordes
          5. Cubrimos la base de filo con la mostaza, añadimos la mezcla de quesos rallados.
          6. Ponemos los tomates encima colocados como más nos guste. Aquí la estética de cada uno manda. A mí me gusta así al mogollón. Si os gusta colocadito con forma de flor, adelante.
          7. Añadimos el tomillo y las hierbas provenzales y un fino chorrín de aceite de oliva por encima de los tomates.
          8. Al horno hasta que la filo esté dorada y los tomates tiernos. Unos 25-30 min. Dependerá un poco de lo gruesas que hayáis hecho las rodajas de tomate. Si la masa se dora demasiado podéis cubrir la tarta con papel de aluminio y dejarla un poco más en el horno para que los tomates terminen de hacerse y el queso se funda bien.
          Cosas a tener en cuenta:
          - es mejor esperar a cortarla a que entibie un poco porque nada más sacarla del horno hay muchos jugos del tomate que luego se asientan mejor.
          - el escándalo de masa filo en trocitos que se monta al cortar esta tarta es considerable, por lo que aseguraos de hacerlo sobre un mantel que luego podáis sacudir fácilmente.
          - la receta original era con masa brisa, con la que tiene que estar muy rica, pero se me ocurre que este relleno de mostaza y queso con tomate natural es perfecto también para tortillas de trigo estilo mexicano tostaditas en la sartén hasta que se derrite un poco el queso.

          Por qué a mí?

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          Pollo mediterráneo con aceitunas y limón

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          "Por motivos de calidad su llamada puede ser grabada". Llamadme ingenua pero a mí me da seguridad saber que siempre queda un registro sonoro de la faena de turno que me hayan hecho que puede ser recuperado en un momento dado. Eso hasta hoy, día en el que toda mi esperanza está puesta en el PUEDE de la frase con la que abría este post. Sólo espero que el azar haya hecho que no se grabara mi llamada...


          Esta tarde se ha ido la luz en mi casa. Sólo en mi casa. Tenía funcionando a la vez la Tmx, el horno, la placa de inducción, la caldera, una estufa, y la bomba de calor... No es que esté criando iguanas en casa y necesite recrear un bosque tropical de América Central, pero soy más bien friolera y venía de la calle con los pies como para pasárselos a alguien por la espalda y poner de luto a su familia. Así que quería entrar en calor rápido mientras cocinaba un poco. El caso es que la potencia contratada me ha salvado del infierno en que podría haber convertido mi casa y han saltado los plomos. Tan sencillo como desconectar algo y volverlos a subir...
          He abierto la puertecita del cuadro de diferenciales y allí estaban todos subiditos. ¿Qué raro? Pues ya está, eso es una avería general. Ahora mismo llamo a la compañía y que me digan cuánto van a tardar en solucionarla. Han pasado 10 min y ya se empieza a perder el calor.
          En atención al cliente de Endesa, me reciben con la locución de marras sobre la grabación de la llamada. Empiezan con las opciones: "que si quiere comprar algo pulse 1" (un brasero no estaría mal pero a ver dónde c...o lo enchufo); "que si la abuela fuma pulse 2" (mándame a la abuela que me preste el mechero a ver si me lo paso por los pies)...  Han pasado 15 minutos, y la caldera se ha apagado, por lo que los radiadores están ya enfriándose.
          Finalmente me cogen el teléfono después de gritarle al contestador el clásico "¡QUIERO HABLAR CON UNA PERSONA!" y una voz humana me pide TODOS mis datos antes de dignarse siquiera a preguntarme cuál es mi problema. Con un ligero temblorcillo de ira en la voz que hacía presagiar lo que se avecinaba, le doy los datos. Han pasado ya 20 min y el calor que pierde mi casa lo gana mi cabeza.  La espera se prolonga hasta que la voz vuelve para decirme que lamentablemente los sistemas están haciendo tareas de mantenimiento por lo cual ni siquiera pueden verificar si soy cliente de su compañía. ¿Perdón? A partir de aquí todo lo referente a mi persona es una vergüenza total:
          Yo - Mire usted, quiero que me diga su nombre, y que me pase con su supervisor
          Operador - Discupe, no puedo hacer eso
          Yo - Sí que puede, páseme inmediatamente con su supervisor y dígame su nombre
          Operador - El supervisor está en una reunión
          Yo - Pues sáquele de la reunión y dígale que si  no se pone al teléfono inmediatamente van a tener un problema él y usted (modo camorra  ON)
          Operador - Espere un momento - 1 min
          Supervisor - Dígame señora, soy el supervisor
          Yo - Quiero que me diga su nombre y número de identificación, llevo 30 minutos intentando que me atiendan y no es aceptable
          Supervisor - No puedo hacer eso
          Yo - ¡¿Cómo que no puede hacer eso?! USTED NO SABE QUIÉN SOY YO. Yo hago las políticas de atención al cliente de esta compañía y esta llamada es inaceptable y va a tener consecuencias. Esto es falso, claro, ni trabajo en Endesa ni se me espera.
          Mientras yo decía éstas y otras majaderías de camorrista telefónica fuera de mí misma, mi marido apareció por el pasillo y, sin decir nada, se acercó al cuadro de diferenciales y abrió la puertecita. OTRA puertecita que está más arriba de la que yo abrí al principio del apagón. Subió un plomo que estaba abajo y la luz volvió. Con el teléfono aún en la mano y oyéndose de fondo al supervisor preguntarme si podía dar por finalizada la llamada (todo un detalle que no me colgara), le digo a mi marido:
          - Menos mal, llevo aquí 35 min y aún no me habían atendido!
          - Quiénes? los de Iberdrola?
          - ¿Iberdrola?¿Sómos de Iberdrola? Cri-cri
          El supervisor de Endesa seguía estoicamente al otro lado del teléfono. 
          Acerté a decir atropelladamente "Disculpe, ha habido un error" y colgué para ir a esconder la cabeza en la nevera porque ahora estaba al rojo vivo, pero de la vergüenza. 
          Os dejo con una de las cositas que estaba preparando para la cena mientras sucedió toda esta historieta. No es necesario ser una cretina telefónica para prepararlo, lo que os ahorrará tiempo y vergüenza propia. 

          Ingredientes
          • Una bandeja de contramuslos de pollo sin piel pero con hueso.
          • Medio vasito de caldo de pollo o de verduras
          • Un chorreoncito (como un cuarto de vasito) de vino oloroso
          • 2 dientes de ajo cortados en láminas finas
          • 3-4 ramitas de tomillo fresco
          • 4-5 cucharadas de aceitunas con sabor intenso, de tipo malagueña partida. Mejor sin hueso. Las mías eran con hueso porque son las que aliñé del olivo de mi casa y es un martirio quitarles el hueso.
          • 1 limón cortado en rodajas finas y la ralladura de otro.
          • Aceite de oliva virgen extra
          • Sal y pimienta
          Preparación
            1. Precalentar el horno a 210 grados.
            2. Calentar un chorro de aceite de oliva virgen extra en una sartén o cacerola que pueda ir al horno. Yo lo hice en una paellera pequeña. Salpimentar el pollo y sellar por todos lados durante unos 5 minutos hasta que esté doradito por fuera aunque siga crudo por dentro. Luego seguirá haciéndose.
            3. Añadir el vino y el caldo. Esparcir sobre el pollo las láminas de ajo, el tomillo y las aceitunas y colocar una rodaja de limón en cada pieza de pollo.
            4. Dejarlo cocinarse a fuego medio durante unos 5-8 minutos y cuando el horno esté caliente pasarlo al horno para que termine de hacerse durante unos 15-20 minutos más. Hay que tener en cuenta que si eliges piezas de pollo sin hueso, como las pechugas o los contramuslos deshuesados, tardarán menos en hacerse. Si eliges muslitos con hueso, tardarán algo más. 
            5. Al sacar del horno puedes espolvorear con la ralladura de limón.
            Supervisor de Endesa suicidándose tras la llamada de la Camorra Napolitana.
            Genny Savastano, cuánto tienes que aprender


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            Bizcocho glaseado de naranja y grosellas

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            Estoy en plena fase de cuenta atrás. Me quedan exactamente 7 días para cumplir 40 años. Así que no tengo mucho tiempo estos días porque me paso las horas delante del espejo mirándome cada milímetro cuadrado de piel en busca de arrugas. Para mi regocijo, no hay ninguna nueva, y eso que las he buscado con el espejo de súper aumento.

            Me encanta eso que dicen por ahí de que los  40  son  los  nuevos  20.  Ja. Cualquier parecido de mi persona con la que era a los 20 está en mi más profundo interior, porque lo que es en el exterior... Os cuento algunos de los cambios fundamentales que he constatado en estos 20 años de más que tengo.
            - Desaparición total de la capacidad para comer como una lima sin consecuencias. Las lágrimas se me saltan a veces cuando evoco aquellos bocadillos de media barra de pan rellenos de tortilla con pimientos o de lomo con queso, o de panceta directamente,  que me podía comer a diario en la facultad. Si me condenaran a muerte y me dieran a elegir una comida especial antes de la ejecución creo que sería un bocata de tortilla.
            - Imposibilidad de comer con sal (en público): no es un problema de hipertensión (me doy otros 20 años para tener ese achaque) sino porque cualquiera se atreve a menear ahora el salero con estos tríceps bailones. Si mi profe de pilates hubiera visto los brazos que yo tenía hace 20 años… No eran fuertes, pero al meno se estaban quietos cuando me aliñaba la ensalada.
            - Serias limitaciones para lucir melena. Si yo ahora mismo me dejara el pelo a la altura del culo como lo llevaba con 20 años, entre las canas electrificadas, el encrespamiento y la cara de cuarentona, en vez de lucir un pelo pantene, parecería una loca vieja escapada de un festival retro-hippie que se ha fumado todas las plantas de su terraza. Y me llamarían la  hierbas. Ya no se puede llevar el pelo tan largo.
            - Parálisis absoluta para realizar majaderías como ir por la calle cantando con tus amigas sin ser consciente de la vergüenza ajena que vas despertando en todos los que se cruzan en vuestro camino. Es probablemente lo único que no querría recuperar.

            Se me ocurren más, pero creo que también debe de haber algo bueno que esté por hacerse patente. De hecho tengo la secreta esperanza de que me despertaré dentro de 7 días y se revelarán todas las bondades de la nueva década al estilo bíblico de San Pablo. Pero por favor, nada de cegarme con un rayo de luz que me tire del caballo que la vista cansada ya empieza a notarse y la cadera hay que empezar a mimarla.
            Como os decía al principio, últimamente ando justa de tiempo y estoy cocinando cosas que no resultan muy complicadas pero que no me hagan renunciar a tener algo casero para los desayunos. Así que los súper brioches con horas de levados no van a poder ser, pero los bizcochos son muy agradecidos y siempre se les puede añadir algo que les dé un toque diferente. En este caso tenía unas grosellas que me parecía que podrían combinar muy bien con naranja.
            Os tengo que avisar de que las grosellas son bastante ácidas, por eso le puse al bizcocho un glaseado de azúcar. Si no os gusta el glaseado (hay quien lo encuentra pegajoso/empalagoso) podéis añadir unos 10 grs más de azúcar a la masa para contrarrestar la acidez de las frutillas.

            Ingredientes
            • 200 grs de harina de repostería o normal
            • 1 pizca de sal
            • 1 cucharadita de levadura química (Royal)
            • 1 cucharadita de bicarbonato
            • 180 grs de azúcar
            • Ralladura de una naranja grande
            • El zumo de la naranja
            • 185 grs de buttermilk (el mío hecho casero)
            • 80 grs de aceite de oliva virgen extra o de girasol (según gustos)
            • 2 huevos
            • 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
            • 50-60 grs de grosellas
            Para el glaseado
            • 10 grs de azúcar glas
            • 1 cucharada sopera de zumo de naranza
            • ralladura de naranja

            Preparación
            1. Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde de tipo plum-cake y recubrirlo con papel sulfurizado.
            2. Preparar el buttermilk si lo haces casero mezclando la leche con una cucharada de vinagre o zumo de limón. Dejar reposar a temperatura ambiente unos 10 min. Tendrá aspecto de leche cortada. No pasa nada, es así. (foto2)
            3. En un bol grande mezclar la harina, la sal, el bicarbonato y la levadura. 
            4. En uno más pequeño mezclar el azúcar y la ralladura de naranja y frotar con los dedos hasta que se mezcle bien y el azúcar tenga todo el aroma de naranja (foto1). Añadir al bol de la harina.
            5. En otro bol mezclar el buttermilk, el aceite, los huevos, el zumo de naranja y la vainilla.
            6. Añadir la mezcla líquida a la de la harina y mezclar poco, hasta que esté integrado, no más. Añadir entonces las grosellas y repartir bien por toda la mezcla evitando batir en exceso.
            7. Verter la mezcla en el molde y hornear unos 60 min. Ir comprobando. Yo he llegado a necesitar hasta 75 min. Suelo ir comprobando a partir de los 30-40 min.
            8. Si veis que no está hecho por dentro pero se está dorando demasiado, podéis cubrir con papel de aluminio. Yo lo cubrí durante los últimos 15 minutos.
            9. Dejar enfriar un poco sobre una rejilla y cuando se pueda tocar el molde, desmoldar y dejar enfriar por completo.
            10. Para el glaseado mezclar todos los ingredientes añadiendo el zumo de naranja muy poco a poco para ir comprobando la consistencia. Debe ser espeso pero que se pueda verter. Cubrir el bizcocho ya frío.
            Bueno, os dejo, que voy a ver si me quito el efecto salero de los brazos con los Ruloboys. ¿Os puntáis?



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            Bruschetta de guacamole {cocina fusión}

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            Harina,  la  que  admita”, “eso  ya  lo  vas  viendo”, “hornear  hasta  que  esté”, “a  ojo”. Que levante la mano el cocinillas que no se haya enfrentado alguna vez a estas explicaciones al pedir una receta. ¡Con la cantidad de cosas que pueden hacer que la admisión de la harina sea una u otra! En mi caso sin ir más lejos hay que tener en cuenta mucho si he dormido o no, porque la cantidad de harina será diferente. De harina y de todo lo demás.
            Si no he dormido y hago un bizcocho, al meterlo al horno gopearé el molde con la parte superior del hueco y derramaré todo el contenido del molde por la puerta del horno que como estará caliente hará que se solidifique y pegue la masa haciendo dibujos abstractos de forma inmediata. En consecuencia, la cantidad de harina que admitirá ese bizcocho será el doble de la utilizada inicialmente porque tendré que volver a hacerlo (si es que después de limpiar la puerta del horno y de respirar los efluvios del FORZA Hornos no he muerto). Por eso explico todo lo que puedo en gramos y además cuento con el ingrediente adicional de 7 horas de sueño, 6 mínimo. Por debajo de eso ya hay que ajustar ingredientes.
            Pero con la receta de hoy aviso: el guacamole es algo que en cada casa se hace distinto. Es al gusto de cada hogar, como la tortilla de patatas para nosotros. A unos nos gusta con cebolla, a otros sin, unos cortan las patatas en cubitos, otros en láminas finas, unos la cuajan mucho, otros dejan el huevo más crudo… Según como la haga tu madre, así será como te guste. Pues el guacamole es lo mismo, sobre todo en cuanto a cantidades de ingredientes. No hace mucho asistí a un taller en el que una chica mejicana nos preparó platillos  típicos de su gastronomía, y cuando hizo el guacamole no explicó ni una sola vez cantidades de ingredientes. Mira que le preguntaban¿pero  como  cuánta  cebolla?,  ¿como  cuánto  tomate?,  ¿esas  hojitas  de  cilantro  no  se  las  echas?  Pues nada. Lo único que conseguimos sacarle fue que había que añadir los ingredientes “al ojo” (muy gracioso, no dicen A ojo sino AL ojo). Lo que tengo que reconocer es que EL OJO que tenía era clínico porque le salió un guacamole de escándalo.

            Este mes me he ido a robar receta al blog La Rosa Dulce que es la víctima de nuestro reto Asaltablogs de febrero. Su versión de guacamole según su propio ojo tiene una pinta estupenda y la podéis encontrar aquí.
            Yo os voy a dejar la receta de MI ojo poniéndoos las cantidades que he usado según mi gusto. Y la he presentado en forma de bruschetta  o tosta de toda la vida para que veáis que acompañarlo con nachos es una opción estupenda, pero hay mil usos para una cosa tan rica y tan untable como es el guacamole.
            FOTO5
            El guacamole no tiene ningún secreto. Es tan fácil como preparar un buen pico de gallo y aplastar unos aguacates. El pico de gallo es la mezcla de tomate, cebolla y cilantro, con los colores de la bandera mejicana, que es un acompañamiento ideal para cualquier plato. A mí me gusta mucho en las fajitas, en las quesadillas, incluso solo, como una ensalada. Yo tengo un pequeño truco secreto para que el pico de gallo, y por ende el guacamole tengan un toque especial. Me gusta macerar la cebolla en zumo de lima antes de mezclarla con el resto de ingredientes. La dejo unos 10 minutos empapadita de zumo de lima y es como si sacara otra variante de sabor, más “encurtida”. Por supuesto podéis hacer el pico de gallo sin macerar la cebolla. Pero a mí me gusta contar mis secretillos.

            Ingredientes
            • 2 aguacates maduros pero no pochos
            • 1 lima
            • Media cebolleta o cebolla pequeña
            • Medio tomate de tamaño medio
            • Dos ramitas de cilantro ramita de cilantro
            • Aceite de oliva
            • Sal
            • Salsa picante (opcional)
            • 4 rebanadas de pan
            • 4 tomates cherry

            Preparación
            1. Primero preparamos el pico de gallo y para ello cortamos la cebolleta pequeñita y la ponemos a macerar en zumo de lima. Mientras tanto cortamos también pequeñito el tomate y el cilantro. Dejamos reposar unos 5 minutos más la cebolleta en la lima porque esto le añadirá un toque de sabor muy especial. La escurrimos y la mezclamos con el tomate y el perejil.
            2. Pelamos y troceamos los aguacates en trozos grandes. Los rociamos con unas gotas del zumo de lima para que no ennegrezcan por la oxidación. Los machacamos groseramente con un tenedor. No tiene que quedar un puré fino como el humms que hacíamos aquí. No es una crema. Tiene que quedar con tropezones.
            3. Mezclamos el pico de gallo con los aguacates machacados.
            4. Añadimos un chorrito de aceite de oliva, sal y salsa picante, al gusto y al ojo. Yo suelo echarle un hilito de aceite de oliva y un poco de sal. El picante no siempre. Podemos no añadir nada. Ya está el guacamole.
            5. Rociamos muy ligeramente las rebanadas de pan con aceite de oliva virgen extra. Yo lo hago con un spray para que no caiga mucho. Las tostamos en el horno justo denajo del grill unos minutos.
            6. Untamos una capa generosa de guacamole sobre el pan, añadimos unos tomatitos cherry troceados, unas hojitas de cilantro y ya tenemos la bruscheta. Podemos verter un hilito de aceite de oliva virgen extra por encima.
            Si decidís echarle picante, por favor en ese caso nada de AL OJO

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            Escapada rural - Finca El Cortiñal, Cáceres

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            - Señorita, me han regalado en mi trabajo una escapada a un hotel de Ruralka y quiero reservar para mañana mismo. El año pasado me caducó el regalo y este año no quiero que me pase igual.
            - Con tan poca antelación habrá poca disponibilidad, ¿dónde quiere ir?
            Mire  usté  -JM Anzar se apodera de mí a veces-. Se han alineado los astros y no va a llover, ni a hacer frío, ni tenemos mocos, ni tos, ni fiebre, ni diarrea, ni nos duele la cadera. Es probable que no se vuelva a dar esta conjunción en los próximos 27 fines de semana y para entonces me habrá caducado el regalo, así que resérveme ANDE  SEA.
            Así, y en contra de mi naturaleza planificadora, de la manera más precipitada e irreflexiva, terminamos pasando un fin de semana maravilloso. La conjunción de Raticulín y Ganímedes se completó con la buena fortuna de que hubiera disponibilidad únicamente en un lugar, que resultó ser seguramente el más bonito de todos. Os dejo hoy con una pincelada de nuestro fin de semana en la Finca El Cortiñal.
            Lo primero que os diré es que si llego a saber lo bien que íbamos a estar habría reservado más de una noche. Al menos dos. Me dijeron que el precio por noche equivalente a la habitación que nosotros llevábamos era de 120 eur. Antes de llegar me parecía carete.  Cinco minutos después de cruzar la verja de entrada me parecía un chollo.
            Merece la pena estar más de un día por varios motivos: para nosotros, desde Madrid, fue un poco paliza de coche porque son en total unas 4 horitas. Y eso con dos monstruítas, se hace largo. Igual es por eso que la experiencia me resultó especialmente relajante, porque ya iba en plan Carmen Maura cuando llegamos allí… Pero en general, las instalaciones y la finca son tan bonitas, tan extensas y tan disfrutables, que para tener tiempo de aprovecharlo todo bien y además de conocer un poco el entorno, dos días con una noche se hacen muy cortos.
            La finca son en total como unas 10 habitaciones (no lo sé a ciencia cierta pero calculo que más o menos) que están distribuidas en casitas independientes. Además de las casitas de las habitaciones hay otras casitas que son de uso común, una biblioteca, un “salón del estanque”, el spa  y la casita del desayuno. Todas las edificaciones están diseminadas con un gusto paisajístico exquisito. Un estanque precioso pone el toque menos silvestre a todo lo demás. Los detalles son la esencia del lugar. Todo está pensado para que sea a la vez bonito, agradable, y cómodo. Cosas que no siempre son fáciles de conjugar. Aquí se consigue. Ayuda la presencia de la guardesa de la finca que además vela porque todo esté perfecto y a punto en cada momento y cada lugar, sin que la veas siquiera.
            Nos explicó que estas casas eran de uso particular, la segunda vivienda de los propietarios, que las empleaban para alojar amigos y visitas cuando se reunían en la finca. Hace muy poco tiempo que se utiliza como establecimiento de hostelería rural. Yo no sé quiénes serán estos propietarios, pero a parte de consideraciones obvias como que estarán  forraos, tienen un gusto especial. Yo apostaría algo a que son artistas, pintores, escultores, arquitectos…. no sé, algo así. Sin darte cuenta se nota que todo está hecho para que sea estéticamente armonioso. El ciprés de turno está colocado estratégicamente en el ángulo perfecto de la casa para que las fotos siempre sean bonitas.
            En un sitio tan bien puesto puede parecer que los niños no tienen mucha cabida. Y es totalmente al contrario. Los espacios son enormes y fuera de la zona “civilizada” de la finca, la propiedad se extiende en dehesas hasta donde alcanza la vista y por allí estuvimos paseando. Los animales corretean libres en las inmediaciones y pudimos acercarnos cautelosamente a las vacas que pastaban por allí, a los cerditos ibéricos que corrían hacia nosotros, a los caballos que en un momento pensamos que nos perseguían pero que sólo iban al abrevadero (qué cuatro paletos de urbe corriendo acojonaos por 3 caballos. Yo me creí en San Fermín.). Vimos las gallinitas que pusieron los huevos que nos comimos ese mismo día. Yo no sé vosotros, pero puede que en toda mi vida no me haya comido un huevo tan fresco. Y la merienda fueron unas mandarinas cogidas directamente del árbol.
            En cuanto al alojamiento en sí, nosotros teníamos una habitación doble estándar que es lo que incluía el regalo de empresa, con desayuno. Era muy bonita con una cama de 2x2m en la que dormimos los dos adultos con la niña pequeña y nos pusieron una cama supletoria para la mayor por 15 eur. De nuevo detalles como una cesta de fruta, bombones y botellas de agua mineral en la habitación y unos albornoces suevecitos. Me imagino que las suites seran... no, mejor no  me lo quiero imaginar. Disculpad el desorden en la foto de la habitación pero no tuve tiempo de hacerla cuando llegamos y estaba todo colocadito.
            No tengo fotos del spa porque estaba cerrado, pero que sepáis que es de uso exclusivo. Lo reservas y es sólo para ti. Te lo preparan lleno de velas y de aromas y es precioso y con vistas al estanque. Si lo hubiera sabido lo habría reservado para habernos dado una sesión de spa familiar. La biblioteca y el salón del estanque son espacios pensados para relajarse y tomar una copa. Camuflados con tremendo gusto hay frigoríficos con refrescos y muebles con bebidas. Ordenador para poner música, libros, revistas, chimenea.
            En cuanto a las inmediaciones: a pocos km está la frontera con Portugal. El primer pueblito portugués se llama Marvão y tiene un castillo en lo alto de una montaña. Cómo les gustaban estas edificaciones en alturas a los portugueses y qué bonitas son. Las vistas son increíbles hacia los dos lados de la frontera y es una visita muy entretenida.
            En la zona de España, Valencia de Alcántara que es el municipio al que pertenece la finca es un pueblo muy bonito, pero lo que más me gustó fue el entorno  más campestre. Hay rutas de senderismo para todos los niveles de dificultad. Algunas se pueden hacer perfectamente con los niños y otras son para senderistas avanzados. El conjunto megalítico que se encuentra en la zona es de los más antiguos (no sé si el más!) de Europa y merece una visita también.
            Y como esto es un blog mayoritariamente de comida os diré que comer comer, en Extremadura se come de lujo en cualquier parte y además muy bien de precio. En la Finca no sirven nada más que desayunos pero os aseguro que la bollería es exquisita, los panes y el aceite son de los buenos y los huevos que te preparan al momento ya os los he contado. El resto del día hay que salir a comer y cenar por la zona pero en mi opinión es una buena ocasión para explorar y dejarse aconsejar por Carlota, la guardesa, que nos dio buenas recomendaciones.
            En todas mis entradas os animo a que probéis las recetas, a que intentéis hacer cosas ricas de comer que dan poco trabajo y cuya recompensa es enorme. En este caso os recomiendo lo contrario. No hagáis nada. Nada más que ir hasta El Cortiñal. Llegad y dejaos mimar. Extremadura suele ser un destino con el que no se falla, pero en este caso se acierta de pleno. Hacedme caso.
            Las fotos son del móvil así que no son de lo mejorcito pero espero que os podáis hacer una idea.

            Para desestresar, El Cortiñal
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            miKado {let´s play}

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            ¿Habéis jugado alguna vez al mikado? Es un juego fantástico para entrenar la paciencia y la observación. Es decir, si tú también sufres todos los días cosas como:
            Mamá-mamá-mamá-mamá-mamá
            Dónde-está mi osito-Dónde está mi osito-Dónde está mi osito 
            Porfa-porfa-porfa-porfa porfa
            No lo encuentro-No lo encuentro-No lo encuentro-No lo encuentro

            ¿Has buscado en su sitio? ¿En la cesta de los juguetes?

            No lo encuentro-No lo encuentro-No lo encuentro-No lo encuentro
            Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

            Toma, aquí está. En la f..king dichosa caja de los juguetes.
            Ahora puedo volver a meterme debajo de la ducha y aclararme el pelo. No sin antes secar el charco de agua que he dejado por el pasillo. 
            Para lidiar en la medida de lo posible con estas situaciones me he propuesto todas las tardes jugar un poquito al mikado. Consiste en tirar sobre una mesa una pila de palitos y hay que ir sacándolos por turnos sin que se mueva la pila, de tal forma que hay que pararse a estudiar la posición en la que han caído y ser muy cuidadoso al sacarlos ya que, a medida que vas quitando palitos, la cosa se va complicando porque el equilibrio es cada vez más precario. Gana el que haya conseguido más palitos de su color. Con los niños hay que relajar un poco las normas, porque, o apuntan ya desde los 3 años a tener pulso de neurocirujano, o lo normal es que del primer intento no quede un solo palito quieto. Habrá que trabajar entonces la frustración pero de momento me centro en la paciencia y la observación, pero sobre todo en la PACIENCIA.
            Porque, hablando de paciencia, ¿cuánto calculáis que es para vuestros hijos “un momento”?
            Es decir, cuánto tiempo real transcurre entre que te llaman, les dices “un momentito hija que ya voy!” y te vuelven a llamar y te vuelven a llamar y te vuelven a llamar y te vuel…
            En el caso de las mías es algo así:
            - Un momento  hija que meto el pollo en la nevera y voy. Me vuelve a llamar cuando estoy aún abriendo la nevera. Hasta que termine de abrirla, meta el pollo  y la vuelva a cerrar les habrá dado tiempo a llamarme otras tres veces.
            - Un momento  hija que me pongo los zapatos y voy. He dejado de usar zapatos de cordones. Son unos tiempos de espera inaceptables en mi casa los necesarios para atármelos.
            - Un momento  hija que me quito las medias y voy a ayudarte a lavarte las manos. ¿Pero cómo te has mojado todas las mangas? Es que como no venías a ayudarme a remangarme…. Sólo me he quitado una pierna de las medias que llevo arrastrando de la otra que aún está puesta.
            - Un momento  hija que voy al baño. En este caso es una confusión temporal total, porque el tiempo que se otorgan a sí mismas para hacer popó  es un momentito  que puede durar en tiempo real lo que se tarda en leer 2 tomos de los Hermanos Grimm. En este caso he probado a ser más drástica y he corrido por el pasillo diciéndoles “¡Espera espera un momento que mamá se hace pis encima, tengo que ir al baño primero!”. Pues ni por ésas. La motivación de ver a su madre mearse es mayor aún y me obstaculizan el paso con cualquier pretexto.
            Así que para despertar su interés en el mikado  real, hemos pasado primero por el mikado dulce
            La propuesta de este mes para el Reto¡Qué rico Mami! ha venido de la mano de mi queridísima Elena Perez. Elena es la creadora del blog El Pastelito Valiente que no es otra cosa que DELICIOSO en sus propuestas culinarias y en su estilo y buen gusto. Nos ha pedido preparar una receta de GALLETAS de cualquier tipo. No había más condiciones que que participaran los niños en su preparación, lo cual ha sido muy bonito porque nos ha obligado a pasar un ratito con ellos, y a dejar de un lado los perfeccionismos con los que  veces nos obsesionamos un poco. Y eso que yo soy más bien de rollo “rústico-imperfecto” en la cocina.
            Mi elección fueron las galletitas Mikado en versión casera porque me sirvió también para explicarles que existe un juego de verdad que se llama así y porque me pareció que se prestaba mucho al entretenimiento porque lo de hacer gusanitos de masa en plan plastilina es una oferta de ocio difícil de rechazar entre los 4 y 7 años. En este caso veréis que la longitud de los palitos dista mucho de ser la misma en todos los casos. A veces porque salieron así y a veces porque se nos rompían. Pero nos fuimos comiendo los trocitos en el proceso. 
            Otra cosa buena es que lo hicimos en dos días distintos, porque a veces se cansan y te dejan allí con “el pastel” -nuncamejordicho-. Así que hicimos la fase de plastilina y hornear los palitos un día, y al día siguiente la de pintura y decoración con chocolate y sprinkles varios. Ahí está la peque en plena faena. Lo de vestirse de enfermera para cocinar no sé a qué vino pero muchas veces ya no me hago preguntas.
            Aquí va la receta.
            Ingredientes
            • 75 grs de mantequilla a temperatura ambiente
            • 50 grs de azúcar glas
            • 1 pizca de sal
            • 1 huevo
            • 20 grs de almendra molida
            • 130 grs de harina de todo uso
            • Chocolate de cobertura para fundir y bañar
            • Almendra crocanti, pisctacho molido, sprinkles de colores o cualquier otro adorno que os guste.

            Preparación
            1. Preparar la masa poniendo en un bol la mantequilla con el azúcar glas y la sal y batir hasta que quede cremoso.
            2. Añadir el huevo, la almendra y la harina y mezclarlo todo bien hasta que podamos hacer una bola que no se pegue. Puede que necesitemos algo más de harina dependiendo del tamaño del huevo. Si es muy grande, la masa quedará más húmeda y pegajosa y necesitaremos añadir un poquito más de harina para poder manejarla. Hacer una y aplastarla en forma de disco, envolverla en papel film y meterla una hora en la nevera para que se endurezca. 
            3. Precalentar ahora el horno a 160º
            4. Sacar la masa del frigorífico, ir tomando pedacitos y hacer bastoncitos haciendo rodar la masa por la encimera.
            5. Ir depositándolos con cuidado en la bandeja de horno forrada con papel sulfurizado y hornear unos 10 12 min, hasta que estén doraditos.
            6. Dejamos enfriar en la bandeja unos 5 min hasta que se endurezcan y luego pasarlos a una rejilla para que se enfríen del todo.
            7. Fundir el chocolate y bañarlos y espolvorearlos con el topping que queramos. Nosotras usamos almendra crocanti, pistacho molido y sprinkles de azúcar de colores pero aquí la imaginación al poder.
            8. Dejar de nuevo en la bandeja hasta que el chocolate se endurezca.
            Las medias que voy a empezar a usar para evitar el "arrastre"





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            Pollo tejano-cajún

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            Parálisis. Es lo que he tenido durante 7 años sólo con pensar en la idea de irme de viaje y dejar a mis hijas. Pero estoy curada. Me he ido. Y he vuelto. Y no habían muerto, ni había habido un corrimiento de tierras que se haya tragado la casa, ni se les ha borrado la memoria y ya no me reconocen. Nada de eso ha sucedido y mi conclusión sólo puede ser una: soy lerda por no haberme ido antes.
            Había hecho una escapada de 2 días tras superar unos niveles de ansiedad de síndrome de shock post-traumático. Pero un viaje a EEUU de 9 días eran palabras más que mayores. Y sin embargo lo he conseguido. No es que me haya hecho mucha ilusión que a mi vuelta hayan aguantado menos de 24h sin decirme que cuándo íbamos a casa de los abuelos (¿no habéis tenido ya suficiente ración de abuelos?), pero me resulta un precio más que razonable por haber podido pasar unos días en un hotel, en silencio. Haber visto en la tele desde la cama un reality de cocina detrás de otro de reformas de hogar, haber podido centrarme durante todos esos días en restaurantes que no tenían en la carta ni espaguetis, ni macarrones, ni salchichas, ni filete, ni pizza. Y eso que tienen un paladar bastante amplio, pero con los niños, siempre algún día acabas yendo a lo fácil. Aquí lo fácil ha sido ir a un japonés. Así: reservar, desplazarse, comer. Así de fácil.
            En cuanto a los santos abuelos que han hecho este viaje posible, creo que han tenido su dosis para una temporada. Que por muy jóvenes de espíritu que estén, yo misma acabo los viernes en situación de pre-muerte a las 23h y son unos años menos los que tengo.
            El viaje, pues muy bien. Hemos estado en Texas, que es de lo más peliculero americano que se nos ha podido ocurrir. La sensación de estar en un decorado que te invade cuando paseas por Manhattan es igual en Texas, pero estilo country-ranch. En cada esquina me parecía que iba a aparecer el susurrador de caballos con unas pinzas de barbacoa en la mano invitándonos a tomarnos unos chuletones de una de sus cabezas de ganado recién sacrificada en su rancho de nosecuántos  acres.
            Y hemos ido al rodeo. El rodeo. Todo lo que te imagines, es. Y es a lo grande. Imaginaos el Bernabéu o el Camp Nou lleno de cowboys/girls de todas las edades con “traje regional”. Eso son 75.000 cowboys que se dice pronto. Con las cantidades de cerveza que pueden beber 75.000 cowboys (y las girls que no se quedan atrás…).
            Y hala, 3 horas de:
            - himno con mano en el corazón
            - atrapa al ternero echándole el lazo y átale las patas,
            - monta a pelo un caballo salvaje,
            - monta un toro salvaje,
            - atrapa a una vaca con el lazo por la cabeza y con otro lazo por las patas,
            - echa una carrera entre 4 carromatos,
            - y escucha un concierto country como broche final.
            Ah, y para los niños, monta una oveja hasta que te tire, a ver cuánto aguantas. Ganó un niño de 5 años que aguantó casi 10 segundos subido a pelo en la oveja agarrándose a las lanas como si no hubiera un mañana.
            Todo lo costumbrista que os lo imaginéis, es como es. Pero os confieso que me gustó mucho. Me pareció un espectáculo muy entretenido porque se ocupan de que continuamente pasen cosas, por lo que no te aburres en ningún momento.
            Pero eso sí, no es nada solemne. Aquí en una corrida de toros, lo primero es que cuando empieza ya no puedes entrar. No hay gente subiendo y bajando los pasillos todo el rato. Y hay silencio (menos en el tendido 7), y una sensación como de culto y respeto a lo que sucede en la arena. Allí no, y no es porque se jueguen menos la vida, porque los meneos que pegan los caballos a los que los montan son de riesgo de tetraplejia máximo. Y el mito del Marlboro  man  macho  es eso, un mito, porque el aplastamiento de huevecillos con el asa de las monturas es muy serio también. Se bajaban del caballo como chiquito de la calzada TODOS. Y yo creo que eso merecería una contemplación un poco más solemne, pero ellos no, ellos Yiiijaaaa! y  Yeeeeeahh! y aplausos y vítores. Y yo igual claro, que yo me mimetizo mucho.

            Ya os contaré más cosas del viaje. De momento, tengo esta receta que está especiada muy al estilo Tex-cajún. Es de las formas más ricas de preparar el pollo que he hecho últimamente. Nos encanta a todos en casa. Está bueno frío también. Os recomiendo probarlo porque no me queda duda ninguna de que os va a gustar mucho.


            Ingredientes
            • Una bandeja de solomillos de pollo o de pechugas enteras
            • un chorrito de aceite de oliva virgen extra
            • una cucharadita de cebolla molida
            • una cucharadita de ajo molido
            • una cucharadita de sal
            • media cucharadita de pimienta
            • dos cucharadita de Pimentón de la Vera
            • una cucharadita de orégano seco




            Preparación
            1. Precalentamos el horno a 180º.
            2. Juntamos todas las especias en un plato hondo grande o un bol y las mezclamos bien
            3. Embadurnar bien todos los trozos de pollo en la mezcla de especias. Si hemos comprado pechugas enteras es mejor cortarlas por la mitad longitudinalmente para que se hagan antes y se embadurnen más.
            4. Calentamos el chorrito de aceite en una sartén a fuego medio-fuerte (yo lo pongo al 8 de 11)
            5. Sellamos el pollo en la sartén. Lo justo para que se quede hecho sólo superficialmente pero que siga crudo por dentro. Hay que tener cuidado porque el pimentón se quema si nos pasamos.
            6. A medida que vamos dorando las piezas de pollo las vamos sacando a una fuente de horno y al acabar con todas añadimos los jugos que hayan quedado en la sartén.
            7. Metemos la fuente al horno con el pollo durante unos 20 min.Comprobamos haciendo un pequeño corte al pollo, que está hecho por dentro y a comer.
            Cosas a tener en cuenta:
            - se pueden usar otras partes del pollo. A mí me gustan estas porque no tienen hueso y resultan más cómodas para comer. Si compráis partes con hueso como muslitos, el tiempo de horneado será mayor
            - varía las proporciones de la mezcla de especias en función de tus gustos: quita la pimienta si no te gusta que pique un poco, o el ajo o pon más o menos sal... lo que no puedes obviar es la cebolla en polvo ni el pimentón!
            - esta misma mezcla de especias para embadurnar patatas y hacerlas en el microondas es estupenda.

            Para ver aunque sea una vez en la vida






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            Galletas de miel, canela y jengibre

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            Me estoy dando a las hierbas... Yo que soy ultra partidaria de la medicina, no sé cómo llamarla, la medicina-medicina, la de los medicamentos, las radiografías, las batas blancas y los antibióticos, a estas alturas de mi vida me veo en los herbolarios. Mal pensados, que con lo de las hierbas seguro que alguno ha pensado que me he puesto a cultivar marihuana. Mi pobre plantita del tendedero no es eso, de verdad...

            Y es que con esta edad que ya tengo, no pensaba yo que los achaques iban a hacerse patentes de forma tan despiadada, pero lo han hecho, y voy de un resfriado en otro y ahora tengo unos dolores de riñones que me veo con garrota 20 años antes de los que esperaba.
            El caso es que un día, comentando con una amiga lo de las faringitis sin tregua, me dijo que la miel es buenísima. Pero no como estamos acostumbrados, así en el vasito de leche o en la infusión con limón. No, a cucharadas, así a palo seco, que rasque por la garganta y si es buena de estas espesas y oscuras, mejor. Y óiganme, que me funciona!
            Otro día me dice el profesor de pilates que el jengibre infusionado sirve para descongestionar y ayuda a entrar en calor. Y aquí estoy yo llegando a casa los días más fríos del año con los dientes rotos de castañetear y haciéndome infusiones de jengibre. Pues óiganme más, creo que hasta he ahorrado en calefacción (esto convierte a esta infusión en el enemigo público número uno de Despeñaperros para abajo de mayo a septiembre pero se puede seguir usando sin riesgo alguno en Soria y Burgos durante todo el año)
            Y ahora está mi última experiencia con la medicina, llamemos ortodoxa: desde hace 4 meses tengo un dolor tremendo en la zona lumbar. He visitado al traumatólogo en 4 ocasiones. Me ha hecho 3 radiografías, 2 resonancias magnéticas, me ha recetado toneladas de ibuprofeno, y me ha hecho análisis para descartar que tenga una enfermedad reumática. En estos 4 meses y toda esta sucesión de pruebas, el tipo me ha visto sentado desde su lado de la mesa. Ni me ha explorado, ni me ha dicho señálame dónde te duele, ni mueve la pierna así para ver si te duele, o ponte de pie, o explícame el movimiento en el que te molesta, o déjame ver si está inflamado... Nada. Se limita a mirar los resultados de las pruebas y a decirme que estoy como una rosa. Sí, ya, estoy como una rosa, pero COJA. Pues nada, que ya se me pasará, que igual es que me tengo que poner un alza en un zapato porque tengo una pierna más larga que otra. ¿PeRRRRdóooooon?? ¿Que sin mirarme siquiera resulta que ha visto que tengo una pierna más larga que otra? ¿Cuál es la corta? ¿O la larga? ¿O es que va a echar a cara o cruz en qué pie me pone el alza? Cara! En la izquierda!
            O también puede ser que una pierna me mida 75 centímetros menos que la otra y claro, no le haya hecho falta explorarme para diagnosticar mi cojera, pero entonces ha tardado 4 meses en verlo...
            Así que me he aventurado a la medicina menos convencional y me he ido a un osteópata. En dos sesiones me ha quitado el 80% de la intensidad del dolor. DOS sesiones. A partir de ahora creo en todo tipo de terapia alternativa que me queráis sugerir y por supuesto le he pedido al halcón de mi traumatólogo que me dé toda la información de mi historial que me voy a ir a otro a ver si da con el origen del 20% de dolorcillo que me queda.

            Tras este rollo os cuento que con estas galletas participo este mes en el reto El Asaltablogs en el que me ha tocado descubrir la cocina del blog Gallecookies. Tiene muchíiiiiisimas recetas todas ideales. Tengo un montón guardadas en mi lista de pendientes pero cuando vi éstas me parecieron una forma ideal de recoger un poco el poder medicinal que he descubierto en el jengibre y la miel últimamente. La canela no sé qué poder medicinal tiene, me suena que es estimulante, y un poco de marchita tampoco viene mal, que no todo va a ser Peace&Love, vamos a darle a la cosa de las hierbas también un poco de Rock'n Roll.
            La receta de Gallecookies la podeis ver en este enlace. Os dejo con la mía que he adaptado ligeramente para nuestros gustos pero que es en esencia muy parecida.

            Ingredientes
            • 225 g de harina de repostería
            • 100 g de azúcar
            • 2 cucharaditas de levadura química (Royal)
            • 2 cucharaditas de bicarbonato
            • Una pizca de sal
            • 1 cucharadita de jengibre molido
            • 1/2 cucharadita de canela molida
            • 100 g de mantequilla
            • 100 g de miel de buena calidad, ecológica a ser posible
            • Azúcar para espolvorear
             Preparación
            1. Precalentar el horno a 180ºC
            2. En un bol mezcla harina, azúcar, levadura, bicarbonato, sal, canela y jengibre.
            3. Añade la mantequilla fría y cortada en cubitos y ve incorporándola a la masa frotando con los dedos o con un tenedor o un pastry cutter.
            4. Cuando esté, añade la miel y mezcla todo bien con una cuchara de madera o una espátula.
            5. Con esta masa haz pequeñas bolitas, y rebózalas en azúcar. Ponlas separadas en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado y aplástalas con suavidad con un tenedor para hacerles el dibujito. A mí me gusta que queden gorditas. Estas cantidades te darán para dos bandejas pero todo va a depender del tamaño del que hagas tus bolitas.
            6.  Hornear durante unos 10-12 min. Vigila que se doren pero no demasiado porque sino se endurecen mucho. Ten en cuenta que al enfriarse se endurecen más, como todas las galletas. En cuanto se puedan tocar (unos 2 min) pásalas a una rejilla para que terminen de enfriarse.
            Según cómo sea el COJO o la COJA, la cosa puede que no esté tan mal...




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            Arroz con leche {filosófico}

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            Los clásicos. Son clásicos porque aguantan el paso del tiempo y se mantienen como el primer día a pesar de los siglos. Shakespeare no ha cambiado ni un verso de Romeo y Julieta  y ahí sigue, best  seller.  Mozart y su Don  Giovanni  siguen seduciendo mozas en las óperas del mundo sin cambiar el compás siglos después. Y ¿quién no tendría un Velázquez en su salón robotizado de última generación si pudiera? con las pinceladas originales claro. Dostoievski  y su Crimen, pero sobre todo su Castigo, esa comedura de coco entre la culpabilidad y la justificación es algo que trasciende cualquier época o lugar. Los clásicos del arte son unos, únicos, inmutables y eternos, son el SER de Parménides.
            Pero en la cocina los clásicos son cambiantes. Siguen siendo clásicos aunque sean diferentes según la mano que mueve la cuchara de palo en cada momento. En la cocina, los clásicos son el DEVENIR de Heráclito. Pues el arroz con leche es eso. Filosofía griega presocrática en estado puro.

            La leche ya sabéis que no me gusta nada, pero le reconozco una razón suprema para existir en el mundo y es contribuir a la creación del arroz con leche. El arroz con leche es ese clásico de la gastronomía popular “postrense” que nunca pasa de moda, que tiene siempre la misma esencia, pero que en ninguna casa se hace igual.
            Básicamente una mezcla de leche, azúcar, canela y arroz (SER) con tanto número de variantes en cuanto a  leches, aromas, formas de cocción, endulzantes, consistencias y presentaciones como hogares hay en España (DEVENIR) y a veces en el extranjero, porque el rice  pudding  de los anglos no es más que un arroz con leche QueNoLesHaSalidoBienPeroConElQueSeConformanPorqueNuncaHanProbadoElDeMiMadre.
            Pero bueno, vamos al lío y pasemos por las variantes posibles que tengo yo catalogadas:
            Leches
            Las leches que me gustan a mí (a parte de las de este tipo) son las vegetales (soja, almendra…) pero para el arroz con leche soy del partido conservador y tiene que ser leche de vaca, de la que no quiero ver de cerca en ningún otro contexto que no sea este que nos ocupa.
            Aromas
            Yo lo aromatizo con azúcar, palos de canela y cáscaras de naranja y limón pero las opciones son muchísimas. Vainas de vainilla, coco y recientemente incluso lo he visto con cardamomo en esta receta de mi amiga Aisha.
            Formas de cocción del arroz
            Yo cuezo el arroz directamente en la leche, pero no siempre lo hice así y he visto otras recetas que lo cuecen en agua y luego lo pasan a la leche. Lo que yo hacía antes era cocer el arroz sólo 10 minutos en agua y lo terminaba en la leche que ya estaba previamente infusionada con azúcar, canela y naranja.

            Formas de endulzar
            Yo soy tradicional y lo hago con azúcar, pero se puede hacer con agave, con edulcorante artificial... En esto también he cambiado la manera en la que lo hago. Ahora añado el azúcar al final, un par de minutos antes de acabar la cocción mientras que antes cocía la leche con el azúcar desde el principio. La diferencia fundamental es que si el azúcar se cuece mucho rato toma un ligero colorcito que hace que el arroz con leche final no sea tan blanquito sino ligeramente amarillo. Esto para mí no tiene ninguna importancia pero como a veces me pongo exquisita, pues nada, ahora lo quiero blanquito.
            Consistencias
            Esto es un poco la madre del cordero. Ese arroz con leche crremosito, que no está líquido pero que no está seco, sino que tiene ese punto jugoso y cremoso es lo que hace que un arroz con leche se recuerde. Mucho de esto está en el punto de la cocción. No hay que pasarse porque aunque cuando está aún caliente parece que está muy líquido, al enfriarse espesa mucho y es frecuente pecar de sobrecocer. En mi devenir arrozconlechero he añadido un componente que ayuda muchísimo al factor cremosidad, aunque añade materia pegajosa al riñón, ustedes decidan. Consiste en sustituir parte de la leche por nata. Ahí lo dejo.
            Presentaciones
            Con el palo de canela clavado, sin él, con la canela espolvoreada, con azúcar quemada en plan crema catalana, con frutitas… Yo aquí tradicional a tope, canela espolvoreada y a veces le dejo las cáscaras de la naranja porque me parece que mantienen muchísimo el aroma.
            Con o sin
            Yo antes lo hacía SIN, pero desde que la tengo, lo hago CON. Thermomix, of course. Montar claras no montará bien, pero hacer arroces cremosos, dulces o salados, lo borda la máquinita.
            Como veis, en mi misma casa, mi propio arroz con leche ha experimentado muchas modificaciones pero sigue siendo el arroz con leche de toda la vida. Os voy a dar la última forma que utilizo para hacerlo y vosotros podéis prepararlo siguiendo esta receta o cualquiera de las otras quinientas mil que hay disponibles en los hogares del mundo.

            Ingredientes
            • 225 grs de arroz
            • 1,3 l de leche (la mía semidesnatada)
            • 200 ml de nata
            • 150 grs de azúcar
            • 2 palos de canela en rama
            • La cáscara de una naranja bien lavada y cortada en trozos grandes
            • Una pizca de sal
            Preparación
            1. En la mariposa de la thmx enganchar los palos de canela y colocarla en su sitio.
            2. Añade la leche, la nata, la pizca de sal y la cáscara de naranja y limón y programa 10 min, temperatura 100º, vel. 1. Esto es lo equivalente a cocer la leche y la nata con la canela y la naranja/limón con cuidado de que no hierva durante unos 10 minutitos en una cazuela, por si lo haces a mano.
            3. Poner en marcha de nuevo en vel 1 e ir agregando poco a poco el arroz, como en un hilito para que no caiga todo de golpe. Sin thmx lo podrías echar todo a la cazuela con la leche removiendo con cuchara de palo bien para que se distribuya uniformemente.
            4. Programar la temperatura a 90º y el tiempo a 30 min. y no poner el cubilete. Si lo haces a mano la única diferencia es que te tienes que quedar ahí los 30 min dando vueltas con la cuchara de palo. Yo en esos 30 min puedo contestar 5 emails del curro y otros 3 del colegio.
            5. Cuando pasen los 30 min que el arroz ya estará hecho, añadimos el azúcar y programamos otros 2 min a los mismos 90º y la misma vel. 1. En estos dos minutejos se disolverá el azúcar y nos endulzará todo sin amarillear. En el cazo, pues lo mismo pero removiendo.
            6. Cuando acabe retira la mariposa, los palos de canela y la cáscara de naranja y limón (yo la dejo) y remueve bien para sacar todo lo que pueda estar en el fondo. Vierte en cuencos individuales o en uno grande y deja enfriar. Yo lo pongo a enfriar en un cuenco grande y lo tapo "a piel" con papel film (esto me lo ha enseñado Marisa de Retcéteras que quiere decir que pones el papel film justo encima pegando con el arroz para que no le salga costra). Cuando está frío ya lo sirvo individualmente y lo espolvoreo con canelita.

              Filosofía real como la vida misma





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              Muffins de maíz y miel {100% gluten free}

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              Un pan encima, un pan debajo y un chorizo a la brasa entre un pan y otro. Nadie en este mundo debería verse privado de algo así. Pero tengamos mente abierta, que hay muchas posibilidades y me refiero al pan, que el chorizo no me lo cambie nadie. El manjar no se ve disminuido en ningún caso si el pan no está hecho de harina de trigo. Así que, celíacos del mundo, abracemos los bocatas en pan de maíz que son igual de bocatas. Yo me he estrenado con la harina de maíz con estos muffins y me han encantado.

              Cada vez estoy conociendo más gente que tras largas temporadas de malestares digestivos (os ahorro los detalles de la sintomatología porque aunque todos cagamos hacemos de cuerpo no está bien visto comentarlo en público) descubren que son celíacas. Al parecer, a estos malestares digestivos se asocia irritabilidad y cambios de humor. Vamoavé,  que si a mí, que encuentro en la manduca el mayor de los placeres terrenales, resulta que se me empieza a revolver todo cada vez que me doy un homenaje gastronómico, me como un bocatacalamares,  o un brioche calentito y esponjoso, os aseguro que empezaría a plantearme la razón para existir. Así que ser celíaco y no saberlo debe de ser para volverse loco.
              Otra cosa es cuando ya te diagnostican. Al fin sabes que no eras tú, sino el gluten. Pues guerra al gluten, y quí suele estar el fallo más grande. Nos ponemos el traje de Terminator  que escanea todo y en cuanto detectamos gluten, destrucción. Y adiós a los bocatas, a los muffin y a muchas cosas ricas. Y sí, si no digo yo que no se pueda vivir, pero a mí en esas circunstancias que me desenchufen…
              Y yo os digo NO A LA GUERRA a los bocatas ni a los muffin. Sí a la GLOBALIZACIÓN y a traer a nuestra cultura gastronómica harinas de otros cereales. Que el mundo es muy grande y no hace falta ser celíaco para conocerlas. No al paletismo en harinas.
              He comprado harina de maíz buscando una receta de muffins ricos sin gluten para enseñarle a una amiga celíaca reciente que no hay que renunciar a nada. Y me ha gustado tanto el sabor, la textura y el resultado, que pienso utilizarla para probar otras cosas. Una opción segura van a ser los talos  con chorizo que comí hace siglos en Bakio, en una fiesta popular. Son parecidas a unas tortillas mexicanas pero más gruesas y con un sabor a maíz muy intenso, que se comen con un chorizo a la brasa dentro.  Es el tipo de bocata, (el de Bakio es bokata) en el que pensaba al abrir este post. No me digáis que no es un manjar. Pues de exclusividades celíacas nada, esto es para todos los públicos, así que lo haré a no mucho tardar. Prepárate amiga Raquel, que esos talos, con chorizos gallegos dentro ya me están haciendo saltar las lágrimas.


              Pero vamos con los muffin que son muy monos. Amarillitos y contundentes. Para hacerlos completamente libres de gluten he utilizado una mezcla de harina de maíz con harina de arroz y maizena. Si no sois celíacos y queréis experimentar con la harina de maíz podéis sustituir las harinas de arroz y la maizena por harina de trigo normal y así vais probando. El resultado será ligeramente más esponjoso que el libre de gluten total.
              La pega que tienen estos muffins es que aguantan mal el paso del tiempo así que calentitos y del día es como mejor están. Podéis probar a hacer tandas pequeñas. Con las cantidades que os pongo aquí, a mí me salieron 7. También podéis conservarlos en el frigorífico y darles un golpecito de microondas antes de comerlos si os sobran. Esto no lo he probado porque nosotros los comimos entre una tarde y la mañana siguiente, pero se me ocurre que pueda dar buen resultado.


              Ingredientes
              • 85 grs de harina de maíz
              • 45 grs de harina de arroz
              • 45 grs de Maizena
              • 80 grs de azúcar, si eres muy goloso puedes subir a 100 grs
              • 1 cucharada sopera de levadura química (Royal)
              • Una puntita de cucharadita de canela en polvo
              • Una pizca de sal
              • 60 grs de mantequilla derretida
              • 120 grs de leche
              • 1 huevo
              • 40 grs de miel
              • 1 cucharada sopera de aceite de girasol
              • 1 cucharada sopera de yogur griego


              Preparación
              1. Precalienta el horno a 200 grados y engrasa un molde de 6 muffins más una cápsula adicional (a mí me salieron 7 en total) o ponles cápsulas de papel. Si tu molde tiene las cavidades para los muffin más pequeñas usa uno de 12.
              2. En un bol mezcla las harinas de los tres tipos, el azúcar, la levadura, la canela y la sal.
              3. En un cuanco apto para microondas funde la mantequilla, y deja templar ligeramente. Añade aquí el huevo batido, la leche, la miel, el aceite de girasol y el yogur y bátelo todo hasta que se integre.
              4. Añade los ingredientes líquidos a la mezcla de secos y mezcla con una espátula sin sobrebatir la masa, lo justo para que se integre.
              5. Rellena las cavidades de muffins hasta ¾ de su capacidad o incluso un poquito más.
              6. Espolvorea cada muffin con un poco de azúcar y otro poco de la harina de maíz
              7. Hornea durante unos 10 minutos a 200 grados y luego baja la temperatura a 180 grados durante otros 5 minutos. Pero ve comprobando a partir de los 12 minutos para que no se hagan más de la cuenta o quedarán duros y secos.
              8. Al servirlos puedes echarles un chorrito de miel por encima o comerlos tal cual, o ponerles un poco de una confitura rica. Yo tenía este tarrito de frambuesas y le quedó de escándalo. Además la el contraste con el color amarillo de los muffins era muy bonito.
              9. Como os decía, mejor recientes que de un día para otro.

              No hace falta ser tan drásticos. No mates al boKata.


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              Wonton dulce de fresas con falsa soja de balsámico

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              Hoy la ocasión merece un toque canalla. Porque hoy toca Asaltablogs y para estar a la altura del blog asaltado hay que enfrentarse al reto Con un Par de Guindillas, que así se llama el blog que nos toca. Si no conocéis este blog os perdéis un universo entero no sólo de recetas sino de alterne gastronómico con estupenda crítica entre otras muchas cosas. Así que os voy a contar una anécdota que supuso en su día un “asalto” a mi decoro y doncellez por parte de alguien con un par OCULTO de…
              Tenía esta anécdota desterrada en esas zonas del cerebro que se desactivan mientras eres joven y vuelven a la vida junto con la vista cansada, a partir de los 40. Son los albores de la abuelacebolletez, cuando al pasar por cualquier sitio de tu ciudad tienes un recuerdo de algo que te pasó cuando eras joven y no puedes reprimir el impulso de contarlo.
              Así me sucedió hace unas semanas cuando quedé a cenar con unas amigas y me sugirieron aparcar detrás del Instituto de Empresa en Madrid, en la zona del el Viso. No había vuelto a esa zona en años pero la sola mención de la misma me desbloqueó el córtex temporal y me volví a ver a mí misma en esas calles. Aquella vez.
              Fue hace unos 15 años. Eran las 2 ó 3 de la madrugada y volvía a recoger mi coche el coche de mi  madre tras una noche de marcha con unos compañeros de la oficina. El dato de los compañeros de la oficina es importante, porque cuando uno sale con los compañeros de la oficina hay que comportarse con decoro. Por favor esas fiestas de empresa barra cenas de navidad. Por favor esos pedos delante de los jefes y esos tejos como pedruscos a las compañeras. Que los amigos te querrán toda la vida pero del trabajo te pueden echar. Pues eso, muy decorosa que iba yo. Modo mona-decente. No-pija pero no-transgresora.
              En esto que me paro brevemente en una esquina, a consultar los sms de mi móvil Ericcson con tapa (dando pistas sobre la década en la que estábamos) y el silencio de la noche se rompe en un momento por los gritos y el eco de las plataformas de 10 cm de una mujerhombretravestido que corría hacia mí con su peluca pelirroja con flequillo, su bolso XXL, sus balones de playa (es raro pero no era verano y llevaba dos balones de playa a la altura a la que la mayoría de las mujeres tienen los pechos, o, espera, igual era que…?) y sus micropantalones de lycra que dejaban adivinar un par de guindillas como... -- no  sé  por  qué  en  este  momento  los  recuerdos  se  me  cortocircuitan  con  imágenes  del  caballo  de  Espartero,  en  fin,  caprichos  de  la  química  cerebral--
              A medida que la figura se acercaba descifré con estupor que el mensaje que me lanzaba a gritos era algo como
               ¡Chata chataaaa, ahí no te pares!! Fuera! Que ésta es mi calle!!
              Cierro la tapa de mi Ericcson, cierro la boca que tenía abierta y entretanto el coloso de 2 metros llega hasta mi altura y a la luz de la farola le veo los pelos de la barba y le miro fijamente los labios gordos mientras me dice amorosamente con una voz mu rara y me acaricia el pelo
               “Cariño, mira, no te puedes quedar aquí, porque yo tengo que comer ¿comprendes? y puedes quitarme el trabajo"
              Yo seguía mirando hacia arriba, hacia los balones de playa que vistos de cerca eran de color carne, y después miré hacia abajo, hacia mis zapatos planos, mis pantalones largos y mi blusita de viscosa totalmente mainstream  de Zara, sin comprender cómo alguien podría confundirme con ella/él…. Y si alguien hubiera podido llegar a confundirme con una como ella/él, ¿cómo podría preferirme a mí?
              Y ella (para mí ya era ELLA), adivinando mi alucine añadió cariñosa como una madre 
              “Claro mi amor, tú eres guapa, eres joven y eres una mujer verdadera, y eso se nota
              No pude evitar pensar que si no fuera marcando guindillas igual lo de la barba pasaba desapercibido, pero no le dije nada. Ella entonces me empujó suavemente y  
              “Hala, fuera fuera que por ahí viene uno!”
              Me alejé calle arriba al tiempo que lentamente un coche se detenía en la carretera a medio camino entre ELLA y yo. No miré atrás.
              Y hasta aquí la historia de aquella noche en la que una Señora Travelo con mayúsculas y con un par de guindillas me consideró una potencial rival. Daría lo que fuera por haberle preguntado su nombre. ¿Historia canalla o no?
              Pues hala, espero que os haya gustado, ahora que la he recuperado de mi memoria es de mis anécdotas favoritas de juventud y la pienso contar mucho. Espero que le haya gustado también a César, el alma de Con un par de Guindillas a quien dedico la receta de este Asaltablogs por haberme inspirado directamente en la de Won-ton dulceque hay en su blog. Vamos con la mía.
              Ingredientes
              • Un paquete de masa wonton
              • 200 grs de fresas
              • 60 grs de vinagre balsámico
              • 25 grs + 1 cucharada sopera de azúcar moreno
              • Un chorrito de zumo de limón
              • 40 grs de pepitas de chocolate
              • Aceite de girasol para freír
              • Azúcar glas para espolvorear
                Preparación
                1. Lo primero es preparar la "falsa soja" y para ello ponemos en un cazo el vinagre con los 25grs de azúcar y lo ponemos a cocer suavecito. Lo dejamos unos 5 min o hasta que se espese un poco. Lo pasamos a un cuenquito para que se enfríe y reservamos.
                2. Cortamos las fresas en daditos pequeños y las ponemos en un bol con la cucharada de azúcar sobrante y el limón. Revolvemos bien para que se impregnen todas las fresas y lo dejamos reposar unos 10-15 min para que las fresas empiecen a soltar jugos.
                3. Rellenamos los cuadrados de masa wonton con una cucharadita de las fresas, ponemos unas pocas pepitas de chocolate y cerramos la masa haciendo un paquetito. La mejor forma que yo encontré fue hacerlo así: humedecer ligeramente con los dedos mojados en agua los 4 bordes de la lámina de wonton, juntar primero dos vértices opuestos. Después llevar el 3er vértice al centro, a la unión de los dos anteriores, y sellar los lados apretando bien con los dedos, y finalmente llevar al centro el último vértice. Proceder igual hasta que acabemos con las fresas.
                4. En una sartén o cacerla calentar abundante aceite de girasol. Yo con estas cosas me agobio porque me pone mala gastar tanto aceite así que cogí prestada la sartén honda tipo wok de juguete de la cocinita de Ikea de mis hijas que es de acero inoxidable. Así la llené de aceite y no fue demasiada cantidad. Comprobar que el aceite está bien caliente echando un cachito de una lámina de wonton que no hayamos usado para hacer ningún paquete. Debe de freirse haciendo espumita nada más dejarla caer en el aceite. 
                5. Ir friendo cada paquetito o de pocos en pocos si tu sartén/cazuela es más grande, hasta que estén dorados e ir depositándolos sobre papel absorbente a medida que los vayas sacando de la sartén.
                6. Servir espolvoreados con azúcar glas y con la "falsa soja" para mojar. Están mejor cuando están calentitos.
                La que podría haber sido nuestra foto juntas. De izq a dcha, ELLA y yo. Sigo sin comprender por qué alguien nos confundiría...



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